lunes, 20 de diciembre de 2010

Soy así


Bueno, la Navidad ha llegado. Y con ella, el descanso.

¿He oído risas?

Me refiero al descanso del bloguero, ¡leches!

Es un clásico en este blog: tomarse un descanso. 

Parar. Relajarse. Olvidarse de este invento del demonio.

También es un clásico no saber cuánto durará este descanso. Eso lo saben los lectores más veteranos.

Puede durar una semana. Un mes. Un año. Puede ser el fin.

¿Por qué?

No lo sé.


Ustedes no sean así.


Sean felices. En lo que queda de 2010, pero sobre todo en lo que queda de 2011.


No olviden que en el 2012 todo esto se va a tomar por culo.


¿He oído risas?


Me refiero al mundo, no al blog, ¡leches!



martes, 14 de diciembre de 2010

Magnánimo retrato de familia

- Como los ángeles al caer el Sol. Con esa belleza que sólo tienen los tocados por la gracia divina.

- Pero, ¿y su majestad la reina?

- No os preocupéis, que éste pincel lo dirige Dios, no el Diablo. La luz hará el resto.

- Muy bien. Y esta vez nada de narices grandes.

- No se plasmará lo que no existe. Y si alguna vez se hizo, ruego vuestro perdón.

- Mi perdón siempre es más grande que vuestra osadía, maestro. No así mi paciencia. Tenedlo en cuenta.

- Sois magnánimo.

- Lo soy. Podéis empezar.

- Ardo en deseos.

- Ah, y no olvidéis poner al perro.

- Por supuesto. A sus pies, majestad.




viernes, 10 de diciembre de 2010

El cojo, el ciego, y el viudo.


Perdió la pata porque el veterinario no pudo, o no quiso, salvársela después de que un Seat Fura sin frenos lo atropellase mientras cruzaba la carretera que lo separaba del parque. En su boca apretaba su pelota de tenis. La misma vieja y desgastada pelota que ahora lleva mientras camina dando saltos tratando de evitar que su compañero, ciego por una infección que el chaval de la tienda de animales no pudo, o no quiso curar, se vaya golpeando.

Va siempre pegado a él, a escasos diez centímetros en paralelo. Y a pesar de su cojera, que hace que a veces un obstáculo le pille a contra-pata y no llegue a tiempo de indicar con un golpe de hocico que delante hay una papelera, una señal, o una persona distraída, no lo hace mal. 

Detrás de ellos va siempre el amo. Un hombre de pelo cano y mirada oscura que perdió a su mujer hace siete años porque Dios no pudo, o no quiso mantenerla a su lado.

Dice el vecino del Tercero A que por las noches, cuando cubre sus canarios y estos dejan de cantar, oye como los tres lloran juntos sus ausencias.


domingo, 5 de diciembre de 2010

El inexistente escándalo Palangate


Hoy, 5 de diciembre de 2010, Diario de un náufrago en una palangana cumple cuatro años en antena.

Y, como responsable de este blog, me siento en la obligación de reconocer que, después de casi 1.500 días transcurridos; con 266 entradas publicadas; 3.028 comentarios recibidos; y poco más de 64.000 visitas, este proyecto ha sido un completo fracaso: no hemos salido en la WikiLeaks.

Pero no perdemos la esperanza.

martes, 30 de noviembre de 2010

Naufraken pis


Dominga, como en la canción, se ha liado la manta a la cabeza, y se ha ido para la estación. Ay que demostrando una entereza que no tiene parangón.

- No podemos estar sin botella de comentarios.
- ¿No podemos?
- NO-PO-DE-MOS.
- No podemos, no podemos...

Bueno, en realidad, se ha ido para el aeropuerto, y me ha llevado consigo. Y yo, encantado de la vida.

- ¿Encantado?
- Encantado, encantado...

Dirección Bruselas, ahí es nada.

- ¿Y por qué a Bruselas, Dominga?

- Porque allí es donde está el Capitán Haddock y, por consiguiente, allí es donde está la botella de los comentarios. Y a partir de ahora no me llames Dominga, llámame Dominique.

Oh, Dominique, ma Dominique.



Bruselas es una ciudad fría, y oscura. Para combatir el frío, los bruselenses beben vino caliente, que es muy de Centroeuropa; y para iluminar la ciudad ponen velas en el suelo, que es muy de... no sé, ¿de entierros?


Nada más llegar me di cuenta de que sí, efectivamente: de encontrar al Capitán Haddock tenía que ser en Bruselas. Sus paredes están llenas de personajes de cómics. Aunque ellos no lo llaman cómic, lo llaman Bande Desinée, o BD.


- Como Norma Duval, ¿eh, Dominique?
- ¿Norma Duval?
- Sí, que es vedette
- ...
- Vedette.. ve-det... B D... BD.


Sí, en Bruselas hace mucho frío, y bebes mucho vino caliente...

Mucho...

- Anda, cachondo, vamos para el Museo del Cómic.

Dicen que el Capitán Haddock se cansó de vivir en la Mansión Pasador, y se fue a vivir al Museo del Cómic de Bruselas. Aunque yo apuesto más porque lo que pasó es que se gastó toda su fortuna en ron, y tuvo que vender su casa para pagarse las copas.

- Sí, o se la gastó en vino caliente. Anda, cachondo, vamos para el Museo.

Que sí coño, que vamos para el museo.

El Museo del Cómic de Bruselas es caro. Lo pagas porque eres friki, y porque tienes que recuperar una botella.

Pero bueno, más caro te sale sacarle una foto el Atomium: tiene derechos de autor, y sí cuelgas su foto en tu blog te meten un puro que riete tú de   Ramoncín, o Gamoncín, que es como lo conocen por Bruselas.

A Tintín lo llaman Tantán, por cierto.

A los bruselenses es que les gusta el vino caliente, coño.

A lo que íbamos, que finalmente encontramos al Capitán Haddock en la tienda del museo, currando de dependiente. 

- Joder, quién te ha visto y quién te ve. ¿Pero tú no eras capitán, y millonario, para más inri?

- Hay que ganarse la vida, chaval. Peor es ir cobrando por sacarle fotos al Atomiun, ¿no?

- Sí, o ir robando botellas, no te jode.

- Calla, coño, Dominga. Que este tío tiene muy mala follá.

- No me callo. Este caballero se ha llevado tu botella, y te la va a devolver. Y me llamo Dominique, leches.

- Oh, Dominique, ma Dominique.

- Joder, que pedo lleva el capitán.


Y que chorizos los pitufos, que también viven allí, en el museo del cómic. Aprovechando el revuelo de la discusión con el capitán los muy cabrones me levantaron la cartera y el reloj.


Al final el capitán accedió a devolvernos la botella, a cambio del vaso de vino caliente que llevaba yo, y del gofre con chocolate que llevaba Dominga. Ah, y de soltar al pitufo que había conseguido atrapar y tenía agarrado del rabito. Es que al capitán le hacen gracia los pitufitos.

- No me sale de los huevos darle el vino.

- Que le des el vino, coño, que el avión sale en media hora.

- Vale, pero al pitufo me lo llevo yo agarrado del rabo hasta Madrid. Por mis cojones.


Así que nada... la botella de los comentarios, ha vuelto a casa.

Y vendo pitufo con el rabo hinchado. Ideal como llavero.




El Capitán Haddock, 
en el museo del cómic de Bruselas.

[todas las fotos by Carlos Añejo y Dominga, excepto las del Atomium]



sábado, 20 de noviembre de 2010

Cuarto y mitad de york


Anoche, el Capitán Haddock se me apareció en sueños. Llevaba un pedo del quince, y preguntaba por un perro.

- ¿¡Dónde coño está el perro!?

- ¿Qué perro?, le pregunté yo.

- ¡El perro del menda este!

- ¿Qué menda?

- ¡El duncandú... o el rintintín... o su puta madre!

- ¿Tintín? 

- Sí, ese. ¡Tintín! ¿Dónde cojones está el puto perro de Tintín?

- ¿Milú?

- ¡Joder, chaval, me estás tocando los cojones!

- Y tú no hablas como en los cómics. En los comics hubieses dicho "Mil millones de rayos y centellas, grumete, no me confundas".

- ¡Esto no es un cómic, es un puto sueño!

- Ya, pero es MI puto sueño, y en mis sueños el Capitan Haddock debería decir rayos, centellas, ectoplasma, prosófago, y cosas así.

- Vale chaval, lo que tu digas. ¿Has visto al perro, o no?

- No.

- ¡Pues entonces no me toques los cojones con palabros!

Y se fue, tal y como había venido: con un pedo del quince. Pero llevándose, además,  la botella donde en este blog se dejan los comentarios. Una botella de vino Mariani, original de 1866.

- ¡Capitán, deje esa botella ahí, que está vacía!

- ¡Calla, coño, especie de... anacoluto!


Sí, ya sé que suena a locura febril, pero anoche el Capitan Haddock se me apareció en sueños. Y esta mañana un perro, un Fox Terrier con un bocadillo de pensamiento sobre la cabeza, me ha despertado a lametazos.

En el interior del bocadillo había cuarto y mitad de york.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Bromas aparte (el desenlace)


Después de más de cuarenta minutos, tres cigarros, dos cafés, y una meada apresurada, el programa de López no había conseguido averiguar ni uno sólo de los caracteres de la clave de acceso al sistema que se escondía tras la puerta. Estaba desesperado. Incluso le había parecido escuchar unas triunfantes risas salir de los altavoces de su ordenador. Se sentía cansado, abatido. Su programa había fallado por primera vez en muchos años. E.P. le estaba venciendo. Se le acababa el tiempo, y unas simples iniciales le estaban derrotando.

     Se encendió un nuevo cigarro y, levantando la mirada del monitor, observó distraídamente las copias de las fotos, la original del dominical, y la copia impresa de la trucada, que había puesto en su panel de corcho horas antes, al inicio de la caza. Le dolían los ojos, tenía la boca empalagosa a causa del café y el tabaco consumidos a lo largo de la noche, y un palpitante dolor de cabeza le estaba destrozando los nervios.

     Entonces algo llamó su atención. Cogió las copias del panel de la pared y las miró detenidamente, dirigiendo alternativamente la mirada a una y otra foto. Ahí estaba la solución, la había tenido delante de sus ojos durante toda la noche. Podía haber resuelto el problema incluso antes de iniciar la caza. Ahora sabía quién era E.P., sólo tenía que solicitar su clave al Ministerio del Interior, donde seguro que la tendrían junto con la suya y la de todos los funcionarios del Estado. Conectó con el ministerio, averiguó la clave de E.P., y comenzó a introducirla desde su teclado. 

     La pantalla de su monitor quedo en negro antes de que López hubiese terminado de introducir la clave. Un mensaje apareció en pantalla.

- Buenas noches, agente.

- Buenas noches, Señor- tecleó López.

- Es usted bueno, muy bueno. ¿Cómo supo que era yo, López?

- La vanidad, Señor. No debería haberse rejuvenecido tanto en la foto de la pared. De ahí deduje: E.P., El Presidente.

- Muy inteligente. Me doy cuenta de por qué es uno de nuestros mejores policías informáticos.

- Y yo me doy cuenta de que no se lleva muy bien con su señora, Señor - López sonrió y esperó respuesta.

- Bien - el cursor se quedó parpadeando en pantalla unos segundos - Supongo que todo esto no saldrá de nuestros monitores.

- Y yo supongo que, bromas aparte, esto no se volverá a repetir, Señor.- respondió López desde su teclado.

- Además tiene usted cojones. Esta semana iré a hacerle una visita a su oficina. Buenas noches agente. - E.P. cerró la conexión.

     López apagó su ordenador y se quedó mirando el brillo de su monitor ahora sin vida.

 - La madre que lo parió - pensó mientras se levantaba de su asiento y se metía en la cama. Segundos más tarde deleitaba a la vecindad con un concierto de sonoros y profundos ronquidos.

    Al otro lado de la ciudad, en su lujosa casa de tres plantas, el presidente de la nación se acostó con cuidado de no despertar a su mujer.

- La madre que me parió- susurró mientras apoyaba la cabeza en la almohada y se quedaba mirando como su mujer deleitaba a la humanidad con un concierto de sonoros y profundos ronquidos. Medía hora más tarde, mientras la ciudad despertaba de una tranquila noche de verano, él aún no había podido conciliar el sueño, y odiaba a su mujer más que nunca por ello.

FIN

lunes, 8 de noviembre de 2010

Bromas aparte (segunda parte)

López se quedó mirando la imagen en su monitor. Conocía aquella foto, la original, sin los pechos al aire, por supuesto. Había aparecido en un reportaje que algún dominical, no recordaba cuál, había hecho sobre la mujer del presidente. Ella aparecía sentada en su escritorio, ligeramente ladeada, con una mano mesándose los cabellos y la otra apoyada sobre el escritorio, encima de unos documentos. En el montaje los pechos descansaban también sobre el escritorio apuntando a la cámara. El terrorista informático había dejado su firma detrás de un marco a la derecha de la mujer: E.P., escrito a mano con el ratón. Detrás de la mujer, ligeramente por encima de ella, colgaba una foto del Rey. A la derecha de ésta brillaba una foto del presidente del gobierno. A su izquierda, una foto de la mujer. López capturó la imagen en pantalla y realizó una copia con su impresora.

     En la parte inferior de la pantalla, bajo la mujer,  una serie de botones se alineaban uno junto al otro ofreciendo distintas opciones al usuario. López seleccionó, con un rápido movimiento del ratón, la opción SALIR. Una sonora ventosidad salió de los altavoces del ordenador mientras la cara de la  mujer del presidente se sonrojaba estúpidamente. López sonrió, cogió su taza de café vacía, y se dirigió hacia la cocina.

     Mientras se preparaba un nuevo café, López buscó la revista en la que recordaba haber visto la foto de la mujer del presidente. La encontró en la terraza, bajo un bote de pintura y su reproducción en madera del viaducto de Madrid, recién pintada. No iba a tirar tres meses de trabajo por la ventana, así que retiró la maqueta con cuidado de no estropear la pintura y apartó el bote de la cubierta. Por suerte, la foto que buscaba no estaba en la portada; la encontró en la pagina veintidós y la arrancó con cuidado.

     En la cocina el café todavía daba vueltas en el interior del microondas. Desde su habitación se podía oír el 'This is the end' de los Doors. López abrió la puerta del microondas y sacó el café. Del cigarro que había dejado en el cenicero  no quedaba más que un largo esqueleto de ceniza sobre un mar de colillas. Se encendió uno nuevo y se fue hacia su habitación con la foto en una mano, el café en la otra, y su cigarro colgando de la comisura de los labios. Una vez sentado frente al ordenador,  clavó las dos fotos en el panel de corcho que descansaba sobre la pared, detrás del monitor.

     En la pantalla de su ordenador, que había dejado conectando  con el Ministerio del Interior, el cursor parpadeaba incansablemente a la espera de la clave de acceso al sistema. López introdujo su clave y pidió acceso al nivel tres, máximo nivel del sistema. El Ordenador Central pidió confirmación de su clave y solicitó la clave de acceso restringido al nivel tres. Tras un rápido movimiento de sus dedos sobre el teclado el ordenador quedó a la espera de órdenes. López tenía ya acceso a cualquier información en poder del Estado, y tenía el presentimiento de que el terrorista informático estaba trabajando desde dentro, que era alguien de la casa; así que pidió información sobre los terminales que habían solicitado, desde Madrid, conexión con el Ordenador Central en las últimas cuatro horas.

     Veinticuatro usuarios aparecieron uno tras otro en el monitor. López mandó imprimir el listado y lo observó detenidamente. La mayoría eran cuarteles, comisarías, y otros centros de seguridad; su jefe; García, un compañero de trabajo; él mismo; y ahí estaba, E.P., sin datos personales ni dirección, tan sólo la hora de acceso: las 3:06. Había burlado a todo un sistema informático nacional en poco más de una hora. Todo un experto. No sería fácil atraparle.

     López pidió información al ordenador sobre E.P. El usuario registrado con esas iniciales había realizado la conexión desde un sistema privado, el ordenador de los Padres Saturninos de la calle Leganitos. Solicitó conexión, pero esta se cortó apenas dos segundos después de realizarse. Sin duda E.P. había protegido el sistema de los frailes para evitar cualquier intrusión. Había olvidado que Telefónica estaba en su poder. Antes de realizar cualquier intento debía recuperar Telefónica, quitar a E.P. su mejor arma. Tras encenderse un cigarro, el último del paquete, se puso manos a la obra.

     Le llevó algo más de media hora conquistar el sistema de Telefónica, descontando eso sí, los diez minutos que tardó en encontrar el paquete de tabaco que guardaba para los momentos  de emergencia, y el cuarto de hora que necesitó para defender su sistema de los continuos ataques que E.P. le había mandado: Cinco virus Gates; tres Vallecas; cuatro bombas Ray, del tipo  ruso; y un programa destructor de discos duros desconocido para él. Este último había estado a punto de echar todo el trabajo a perder, pero había conseguido desviarlo en el último momento al ordenador de su vecina del tercero, la estudiante de derecho que llevaba nueve meses preparando su tesis doctoral por las noches. Ahora tres cosas estaban claras: que había perdido el factor sorpresa; que E.P. sabía quién era su perseguidor, y desde dónde conectaba; y que la vecina del tercero iba a tirarse un año más en la facultad.

     Desde la radio una voz profunda anunció que eran las cinco en punto de la mañana, y dio paso a los informativos. La sintonía de Radio Rock envolvió la habitación con su solo de guitarra. López cargó sus mejores antivirus y programas de defensa, a sabiendas de que E.P. no iba a cesar de mandar ataques contra su terminal; y, mientras esperaba a que estos se distribuyesen estratégicamente en su sistema, se acomodó en su asiento y escuchó las noticias.

     La huelga de los controladores del satélite de mantenimiento de la capa de ozono entraba en su noveno día. Sindicatos y gobierno no eran capaces de ponerse de acuerdo.  Desde el Ministerio del Medio Ambiente se recomendaba utilizar para el día de mañana protectores solares de factor 96. López decidió que se quedaría en casa todo el día, por lo menos mientras el sol estuviese en lo alto, y trabajaría en su maqueta. No estaba dispuesto a soportar de nuevo las ampollas en la piel que le habían atormentado el primer día de huelga. En la sección 'Noticias del Mundo del Rock' el comentarista anunció la aparición del Anthology 16 de Nirvana, producido, como no, por la viuda de Cobain, digna heredera de la filosofía de la ya fallecida Yoko Ono.

     Una vez protegido su sistema contra los continuos ataques de E.P., López decidió que era el momento de contraatacar, de acabar con esto de una vez por todas. Para ello solicitó de nuevo conexión con el ordenador de los Padres Saturninos. Esta vez la conexión fue totalmente correcta. Los frailes poseían un NINTENDO EXTREME. Un sistema múltiple, con procesadores CASIO 22, de computación directa y doble proceso. Lo último en tecnología informática.  López se introdujo de lleno en el sistema de los religiosos.

     Una chica a medio desnudar apareció en su pantalla. López sonrió. Sin duda algún hermano descarriado estaba utilizando el proceso principal de tan potente máquina para jugar al MStrip Poker. Y no lo hacia mal a juzgar por el número de chicas desnudas que compartían mesa con él. López cambió al proceso secundario. No estaba operativo aunque recibía una conexión. No hacía falta averiguar a quién pertenecía. E.P. se había construido un puente conectivo y desde el sistema de los frailes emitía sus ordenes. Legalmente eran los Padres Saturninos los que realizaban el delito. Rastreó la conexión hasta que una puerta de acceso le denegó el paso. ¡Ahí estaba E.P.! Tan sólo una clave de acceso le separaba de él, y una simple clave no pararía al hombre que había creado el programa destripador de claves más utilizado por el gobierno en los últimos cinco años.


[continuará] 

jueves, 4 de noviembre de 2010

Bromas aparte

“El ordenador es, hasta ahora, 
el mayor invento de la vagancia humana”

eslogan de la I.B.M.

El zumbido del teléfono sobresaltó al viejo perro tumbado sobre la alfombra y arrancó a López de su apasionante sueño de cultivador de perejil en una isla desierta.  El reloj sobre la mesilla marcaba las dos y media de la mañana; su reloj de pulsera marcaba las tres menos veinte; eran las cuatro y diez de la madrugada. La luz de su lamparilla de noche estaba encendida.

-  ¿Quién cojones llama a estas...

- López, encienda ahora mismo su ordenador y conecte con el Ministerio de Turismo, tengo un trabajo para usted.

     López cerró los ojos.

- No puedo jefe, nos hemos quedado sin luz en el barrio - un sonoro bostezo salió de su boca y atravesó la línea telefónica hasta el otro lado de la ciudad.

- Si no se levanta ahora mismo y enciende su ordenador voy a mandar a un par de hombres a buscarle. ¿Se acuerda de Paco, el de Tobarra? - gritó el jefe de López por la línea telefónica.

     López abrió sus ojos y se incorporó con un rápido movimiento sobre la cama. Un libro abierto cayó al suelo, junto al viejo perro.

- Ya está encendido, jefe - López se levantó de un salto - ¿No oye como chirría? - y con paso rápido se dirigió hacia el ordenador, al otro lado de la habitación.

  El ordenador emitió un agudo pitido al ser encendido.

- ¿Le importa que me caliente un café mientras el ordenador arranca, jefe? - dijo López.

  El viejo perro siguió los pasos de López hasta la cocina. Montones de platos se apilaban sucios en el fregadero. Sobre la mesa, una caja de empanadillas congeladas, casi al completo, se echaba a perder tras varios días al calor del verano. Un cenicero repleto de colillas descansaba junto al microondas. López lo apartó y metió una taza con café dentro del microondas.  El viejo perro se tumbó en el sucio suelo de la cocina y cerró los ojos. Mientras soplaba en su café, López se dirigió arrastrando los pies hasta su habitación.

- ¿López?...

- Ya estoy conectando, jefe. No se impaciente - López dio un sorbo a su café caliente y conectó con el Ministerio de Turismo.

  El Ordenador Central del Estado comenzó a chequear  su terminal a la caza de cualquier  acto de terrorismo informático contra el gobierno. López apuró su café, se encendió un cigarro, y esperó a que los programas policía terminasen de cachear los rincones más secretos de su terminal. Seguidamente abrió la ventana de su cuarto.

  Fuera la noche era cálida. Un perro ladraba afónicamente los movimientos de un gato callejero que, veloz, corrió entre los coches y se perdió por una tapia. Madriz, el perro de López, desde la cocina abrió sus ojos y emitió un leve gruñido. Volviendo al cuarto de su amo, se durmió tras dejar caer pesadamente la cabeza sobre la alfombra.

  Un pitido seco en el terminal confirmó el acceso al ministerio. En la pantalla de su monitor apareció una foto de la mujer del presidente del gobierno con los pechos al aire. Sin duda algún genio de la informática, y del Photoshop, dicho sea de paso, había conseguido burlar las defensas del ordenador central.

- Estoy dentro jefe- dijo López. Una sonrisa se dibujaba en su cara.

- ¿Qué le parece? -  su jefe parecía nervioso.

- No están mal... un poco grandes para mi gusto - respondió López mientras encendía su radio y sintonizaba Radio Rock. Los Beatles sonaron por los altavoces colgados del techo.

- No sea estúpido, esto es muy serio. El turismo es una de nuestras mayores fuentes de ingresos. Todos los días miles de agencias de viajes del mundo entero conectan con nuestro servidor para informarse de lo que podemos ofrecerles. ¿Se imagina a todo un autocar de japoneses preguntando dónde pueden fotografiar las tetas de la mujer del presidente? - hizo una pausa, como si el mismo estuviese intentando imaginárselo.- Tenemos un problema... y usted es el único que puede resolverlo.

- No ingresé en la policía informática para trabajar a las cuatro de la mañana, jefe. Ese es el trabajo de las fuerzas de seguridad. Lo mío es seguridad sin fuerza, ni nocturnidad, y a ser posible con algo de picar a mano. Además, mañana tengo que estar a las nueve, allí, en mi oficina, a diez metros de la suya, ¿recuerda?

- Puede tomarse el día libre si quiere.

- No sabría que hacer, no tengo un duro.

- Le aumentaré el sueldo- su voz empezaba a tomar un tono agónico.

- ¿Y me presentará a la mujer del presidente?

- Basta ya de cachondeo - un golpe sonó en el auricular.- El hijoputa que ha hecho esto todavía sigue conectado. Hemos conseguido cerrar el acceso al exterior, pero no hemos podido evitar que desde cualquier punto de nuestro país se pueda acceder al servicio. Tiene en su poder al sistema informático de Telefónica. Ese bastardo está intentando desbloquear las defensas que hemos puesto para evitar la conexión desde el extranjero. El presidente todavía no sabe nada, esperemos que no haya conectado. Si antes de las ocho de la mañana no ha quitado esa imagen del programa del ministerio váyase buscando otro trabajo, otra ciudad, y otro país.

Un pitido continuado quedó en el teléfono.

[continuará]


miércoles, 27 de octubre de 2010

Una noticia de impacto


La NASA lanzó el año pasado un cohete contra la Luna, para ver que surgía con el impacto.

Leo la noticia, así, sin anestesia, y pienso: esto si es matar moscas a cañonazos, y lo demás son tonterías.

Bueno, más bien, matar cañones a moscazos.

Pero sobre todo pienso en el ingeniero aeronáutico que diseñó el cohete.  Me lo imagino llegando a su casa el día en el que el Congreso de los Estados Unidos, o quien fuese, dio el visto bueno al inicio del proyecto.

- Hola cariño, ¿qué tal hoy en el trabajo? - le diría su esposa, Mary Lou Jane.

- Bien. Mañana mismo los del taller van empezar a construir un cohete que he diseñado yo.

- ¡Qué bien! ¿Y a dónde lo vais a mandar?... ¿A Marte?... ¿A navegar entre los cristalinos anillos de Saturno?... ¿Tal vez a Plutón, el planeta helado?

- No. Lo vamos a estrellar.

- ¡No jodas!

- Si, contra la Luna. Y Plutón ya no es un planeta, Mary Lou Jane. Te lo he dicho cientos de veces.

- Pues estrellarlo contra Plutón, no te jode el listo los cojones.


Le veo pasear por los hangares, tan triste.

- ¿Jefe, de qué color le pintamos el cohete?

- Del que te salga la polla.

- Vale, vale... .


Le oigo llorar en el Hooters, apoyado sobre la barra,  mientras sus amigachos ven en la pantalla gigante de tan inclito garito la final de la Super Bowl, rodeados de camareras de pechos del tamaño de un planeta.

- ¿¡Pa què... tantos años de estudio y tetas pa qué!?... Perdón, de sacrificio... de estudio y sacrificio, quería decir.


Y me compadezco de él porque intuyo que se sentirá como si Leonardo da Vinci hubiese terminado escribiendo tu nombre en un grano de arroz; o como si Miguel Ángel hubiese rematado su carrera artística pintando el techo del baño de los López, marido y mujer, y residentes en Madrid; o como si Beethoven hubiese acabado su vida musical componiendo para King África.

Pero bueno, no todo está perdido. Le queda el consuelo, de que tal vez, sólo tal vez, en un universo paralelo su cohete termine llegando a la Puerta de Tanhäuser, o al infinito, o más allá.

O, mejor todavía, el consuelo de mandar a tomar por culo a la NASA, y que Mary Lou Jane vuelva a su trabajo en el Hooters.

Pero en la cocina, que le quede clarito a los amigachos.


domingo, 17 de octubre de 2010

El borrador del twitter de Ken Follet

Ahora que Perez Hilton, en un arrebato de autoflagelación, ha decidido suavizarse y no tocarle demasiado los respetables a los famosos, yo he decidido iniciar una nueva sección que cogerá el testigo de lo que este insigne  bloguero abandona.

He puesto a la PIPA (Palangana Investigaciones Privadas Asociadas) a trabajar para que, desde hoy, en Diario de un náufrago en una palangana seamos testigos de lo que los famosos dejan pendiente en sus carpetas de borradores del twitter.

Tengo que reconocer que no tengo ni idea de si el twitter tiene carpeta de borradores. Pero en mi defensa diré que no es motivo para no iniciar esta sección, por no decir que me la...

Sin más dilaciones, a continuación os presento lo que Ken Follet no publicó (quién sabe si por falta de tiempo, quién sabe si por desidia) en su twitter el pasado 12 de octubre, día del Pilar:




"Felicidades a todas las Pilares de la Tierra"



... vale, sí, lo reconozco, creo que esta sección no tiene futuro.

Tampoco yo soy Perez Hilton. Gracias a Dios.


miércoles, 13 de octubre de 2010

Visite nuestro bar



De los creadores de

El escritor
La trilogía de las letras



Y los productores de




La trilogía del Parque de Atracciones



Llega ahora






Bromas
aparte







Una trilogía incongruentemente binaria



Estreno en este blog el próximo
 4 de noviembre
(San Carlos Borromeo)



domingo, 10 de octubre de 2010

Nick


< PSI >

Corto seleccionado en Recortados, sección del certamen de cortos En.Piezas 10. 

Dirección: Óscar Martín Fernández.


< /PSI >