sábado, 24 de diciembre de 2011

Go Marching In

Desde Diario de un náufrago en una palangana,
en exclusivo directo, con nocturnidad y alevosía,
 les deseamos unas felices fiestas, y un feliz go marching in.



martes, 20 de diciembre de 2011

Noches de blanco satén

Anoche soñé que alguien, en el metro,  lanzaba una copa desde el otro andén. Un trofeo, no un recipiente de cristal. Y que le atizaba en la cabeza a una señora que esperaba junto a mí la llegada del convoy. Una señora de pelo cano, pero cara juvenil.

La copa, que tenía una pesada base de mármol, le abría una enorme brecha en el cráneo por la que se le veía el cerebro, blanco como la nieve. Pero no os preocupéis: la señora estaba bien.

- Estoy bien, estoy bien - repetía como avergonzada mientras se incorporaba para seguir esperando la llegada del próximo convoy.

Y efectivamente: estaba bien.

También soñé que despertaba, inquieto por el sueño que había tenido, y que miraba por la ventana. Había nevado, y estaba todo blanco. Como el pelo de la señora de pelo cano y cara juvenil. Como su cerebro.

Y de pie, frente a la ventana, con el frío de la noche entrando por mis pies descalzos, sentía que nada estaba bien, y me acostaba de nuevo para seguir soñando con copas que vuelan, mujeres invencibles, y calles de blanco satén.

No sé muy bien qué puede significar todo esto, pero me fascinan los sueños en los que sueño que despierto.

Y algo me dice que pronto nevará.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Libre

Por fin quietas. Todas esas cucarachas que recorrían mi cuerpo. Que palpaban con sus antenas cada centímetro cuadrado de mi ser. Que intentaban devorarme con sus minúsculas bocas. Seres infectos que Dios trajo a este mundo para atormentarme día tras día. Pero ya no me atormentan. No, ya no me hacen gritar. Ya no me asustan. Caen al suelo una tras otra. Sus patas ya no arañan mi piel. Soy libre. Sí, me siento liberado de todo sufrimiento. Y es increíble todo lo que uno puede llegar a pensar en lo que una bala tarda en recorrer tu cerebro de sien a sien.






martes, 6 de diciembre de 2011

Lustrando la palangana


Ayer, 5 de diciembre de 2011, Diario de un náufrago en una palangana cumplió cinco años.

Sí, cinco años.

Parece que fue ayer cuando nació Diario de un náufrago en una palangana. Y parece que fue ayer cuando Diario de un náufrago en una palangana cumplió cinco años.

Bueno, en realidad fue ayer. 

295 entradas (esta es la 296) en cinco años. No parecen muchas.

Quería haber publicado la entrada 300 el día que Diario de un náufrago en una palangana cumpliese 5 años, pero en Diario de un náufrago en una palangana somo así: un puto desastre.

Para celebrar este lustro de vida Dominga encargó una tarta, y le dijo al maestro pastelero que pusiese Love and Peace, que aquí somos muy hippies.

Y éste fue el resultado.




Así que nada, larga vida a Diario de un náufrago en una palangana; Dios bendiga a los pasteleros sordos, adormecidos, desconocedores de la lengua materna de Shakespeare, o tal vez simplemente punkies; y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, felicidades a todas las Anas que lean este humilde y lustroso blog.