domingo, 14 de octubre de 2012

El borrador del twitter de James Bond


"Comiendo en el palacio de Buckingham con la Familia Real. El pastel de carne me ha sentado como un tiro. Al servicio de Su Majestad la Reina."





no publicado por Bond, James Bond, en las Navidades de 1979.


sábado, 6 de octubre de 2012

Love me Do de sobremesa

Anoche vinieron los Beatles a cenar a casa. Los cuatro. Lennon y Harrison estaban como cuando murieron. A McCartney y a Ringo les vi viejos. Muy viejos.


Noté que McCartney miraba a Lennon con envidia.


- Te veo estupendo, John.

- Paul, tío, estoy muerto.

- Ya, ya, pero…


Les dije que se aceptaban peticiones para la cena.


- A mí ponme una fabada con mucho pan – me dijo Lennon.

- ¿Te vale una de bote, John?

- ¿Litoral?

- Por supuesto. Aquí nunca faltan.

- ¡Hecho!


Ringo quería un filete con patatas.


- No me pongas patatas paja, me dijo levantando un dedo. Odio las gilipolleces.


Le miré con cara de por favor, aquí somos serios.


Harrison me pidió un prasadam.


- George, no me jodas. Ni siquiera sé lo que es…

- Bueno, vale, pues unos huevos fritos con chorizo.

- Tío, a mí ponme también un chorizo con el filete, dijo Ringo mientras se encendía un cigarro.

- Ok. ¿Y tú, Paul?

- ¿Sería mucho pedir paella?

- Tienes suerte. Precisamente he hecho una esta tarde.


Mentí. Le puse una precocinada del Mercadona, y el tío no se dio ni cuenta. La devoró con avidez.


- Y sangría. Mucha sangría.

- Oye, y ponme también un huevo frito con el filete, añadió Ringo.


Durante la cena hablamos animadamente. De todo, menos de música. A John se le veía alegre, y Ringo contaba chistes sin parar. Harrison no dejó de reprocharle que siempre contaba los mismos, pero se reía con ganas con cada chiste. McCartney le preguntó a Lennon varias veces, con cierto tono de suspicacia, si iba a venir Yoko.


- Tío, que te he dicho que no, que ya no estamos juntos.

- Vale, vale…


Cuando terminamos les puse unos cafés y una botella de ginebra, y les dije que si querían subir a la azotea a tomarlo tranquilamente, que no se cortasen. 

Les dejé solos, para que hablasen de sus cosas, y me fui al dormitorio a llamar a Dominga.


- ¿Hola, qué haces?

- Estoy cenando. Tengo invitados.

- Yo también, a los Beatles.

- Yo tengo a los Who.

- ¿Está Keith Moon?

- Sí, están todos.

- ¡Corre, cierra el baño con llave!

- No te preocupes. Le he requisado todos los petardos al entrar.

- No te fíes…

- No te preocupes. ¿Qué vas a hacer mañana?

- Nada especial.

- ¿Cenamos?

- Vale, pero tú y yo solos.

- Por supuesto. Tú y yo solos.


Sobre mi cabeza comenzó a sonar la armónica del Love me Do.




Para Dominga, que lo armoniza todo con sus disonancias.