Qué cabrón, uno más que yo.
1ª. No arrimes el ascua a tu sardina o te quedarás compuesto y sin sardina.
2ª. El amor no dura más de cuatro años.
3ª. Si te sientes solo, llama a Jesucristo
4ª. Quién te quiera, que se moje el culo.
Blogs de Papel
Quince blogueros en busca de la celulosa
... es personal, no te voy a mentir
no quiero hacer que sientas que no estoy aquí
y no hago más que rellenar el cenicero.
Es personal, no lo quiero decir
pero es lo que hace de ésta una ciudad hostil,
dame los frutos de tu amor de invernadero.
Y olvídate de mí porque en el fondo
estoy tocando fondo al reincidir
será porque me tienes a tu antojo
será porque es mejor también así.
Es personal, una puerta inaccesible
es personal, personal e intransferible
es personal, una puerta inaccesible
es personal, personal e intransferible
Es personal, no lo debes oír
pero es que a veces todo, nada da de sí
tendremos que poner los labios en remojo.
Y colocar un toldo ante los ojos
y hacer esfuerzos para no mentir
y respirar lo malo de nosotros
que lo peor lo guardo para mí.
Es personal...
Personal, Quique González.
Apenas mide cinco centímetros, incluida la base circular sobre la que se apoya, y debe estar acojonado porque no ha bajado el arma desde que lo encontré, tirado en un cruce en la calle O'Donell.
Es muy posible que viva en las Torres Blancas, que es un claro ejemplo de arquitectura naboo en Madrid. Me pregunto cuándo nos visitaron, y por qué no decidieron hacer mejor un palacete como el de la reina Amidala.
Las Torres Blancas en Madrid
Le he dicho que no debe preocuparse, que baje el arma, que no soy un ser belicoso, y que, aunque lo fuese, hoy estoy tan cansado que no entraría en combate contra él.
Y no le miento. Estoy tan cansado, física y mentálmente, que ya hablo hasta con los muñecos de plástico.
Si al menos fuese de plomo...
El Soldadito de Plomo, de Hans Christian Andersen, ha sido siempre mi cuento preferido.
Qué magnífica historia. Qué maravilloso final. Qué gran tragedia.
Todavía, cuando pienso en él, se me caen unos lagrimones como puños.
Hubo un tiempo en el que pensaba que alguien tendría que reescribir el cuento. Un nuevo soldadito de plomo que terminase convirtiéndose en general, y que tuviese a Tamara Rojo a sus pies. A los dos, que en esta nueva versión al soldadito de plomo le crecía una pierna nueva por obra y gracia de un mago que estaba al servicio de un rey que le daba a la ginebra. Tamaríz el Encantador se llamaría el mago. Y el soldadito de plomo y la bailarina internacionalmente reconocida se casarían, vivirían felices los seis (el soldadito, la bailarina, y las cuatro piernas), y comerían 2x1 de pizza barbacoa.
Pero ahora no, ahora pienso que el mundo necesita al soldadito de plomo. Tal vez, como decía el Lichis, el mundo ya no necesite una canción de amor, pero si al pobre soldadito de plomo cojo.
Creo que voy a cortarle una pierna a mi soldadito de plástico de Naboo. En cuanto baje el arma.
Llamadme sádico si queréis.
publicado originalmente en Pandemónium el 15 de julio de 2005
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