viernes, 10 de diciembre de 2010
El cojo, el ciego, y el viudo.
Perdió la pata porque el veterinario no pudo, o no quiso, salvársela después de que un Seat Fura sin frenos lo atropellase mientras cruzaba la carretera que lo separaba del parque. En su boca apretaba su pelota de tenis. La misma vieja y desgastada pelota que ahora lleva mientras camina dando saltos tratando de evitar que su compañero, ciego por una infección que el chaval de la tienda de animales no pudo, o no quiso curar, se vaya golpeando.
Va siempre pegado a él, a escasos diez centímetros en paralelo. Y a pesar de su cojera, que hace que a veces un obstáculo le pille a contra-pata y no llegue a tiempo de indicar con un golpe de hocico que delante hay una papelera, una señal, o una persona distraída, no lo hace mal.
Detrás de ellos va siempre el amo. Un hombre de pelo cano y mirada oscura que perdió a su mujer hace siete años porque Dios no pudo, o no quiso mantenerla a su lado.
Dice el vecino del Tercero A que por las noches, cuando cubre sus canarios y estos dejan de cantar, oye como los tres lloran juntos sus ausencias.
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9 mensajes en la botella:
Basado en hechos reales.
Ayyy qué mala soy, que lo que más me ha dolido ha sido lo del perrillo...
Besicos
Lo que me hacía falta a mi hoy...ufff :(
(y de todos modos gracias por escribirlo)
Vaya, hoy nos ponemos realistas. Pues lo siento, pero ante cosas como estas nunca sé qué decir.
Bueno, sí: que no somos nada.
¿ Es el mismo Dios para los tres ?
Saludos.
Qué triste historia, pero dentro de lo malo al menos tenían una especia de camaradería entre los tres, dentro de lo que cabe no era el desastre completo y eso consuela un poco
¡Hola!
Realmente triste y tristemente real, pero le ha quedado “Guay del Paraguay”
Of course!
(Sí señor, sí señor… D.O . Cuentista, mi sección favorita.)
Bueno, no pasa nada Belén. Después de todo el perrillo es el mejor amiguillo del hombre.
Es que no siempre la vida es coña, Wen.
Como que no somos nada, Paseante. Somos polvo, y en polvo nos...
Sí, es el mismo Dios, Josito, pero bueno ... ya sabes como funciona esto de la santísima trinidad.
Sí, camaradería... pero el amo comía chuletón, y los perros las sobras.
Eso es porque usted debe ser algo cuentista también, Anhónima.
Pues yo me quedo con esa camaradería tan auténtica que destila el cuento.
Al fin y al cabo, ¿a quién no le falta algo en algún momento dado?
:)
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