miércoles, 30 de septiembre de 2009

Recordatorio


Mañana, nada más levantarme, mear en un bote.

Mear en un bote es uno de esos pequeños placeres que te da la vida.

Es casi tan placentero como hacer barquillos directamente en el puchero.

Y voy a callarme, porque es miércoles.





[Podéis bajaros la discografía completa de
El Puchero del Hortelano desde su web]


jueves, 24 de septiembre de 2009

El génesis de los calzoncillos siniestros


Yo, soy diestro.

No, no quiero decir con esto que me gane la vida como se la ganaba Paquirri, del que tanto se habla estos días. Lo que quiero decir es que yo escribo con la mano derecha, y que lanzo y fallo los penaltis con la pierna derecha (con la izquierda también pero, además de fallarlos, le regalo al contrario un saque de banda imposible).

Resumiendo: que no soy zurdo. Soy diestro total.

Por eso, tal vez, por el hecho de no ser zurdo, puede que no llegue a entender (como podría llegar a entender Mariano, por ejemplo) la trascendencia de esta noticia: Una tienda británica estrena unos calzoncillos para zurdos.

Un producto innovador que ahorraría tiempo y malos ratos frente al inodoro, dice.

Los hombres zurdos finalmente podrán ir al baño de manera rápida y eficiente, al igual que colegas diestros, nos cuentan desde la tienda.

Ojiplático me quedo.

Que digo yo que, joder, cuando te estás meando como un descosido eso de ir al baño de manera rápida y eficiente pues como que tiene su importancia. Pero... ¿tan importante es esto de los calzoncillos para zurdos como para que Rob Faucherad, de la tienda Debenhams, que es la tienda en cuestión, diga que cambiar la abertura vertical a una horizontal puede ser un paso pequeño, pero es el avance que muchos estaban esperando?

Joder, Rob, que no eres el presidente de los Estados Unidos. Tienes una tienda de gayumbos, tío.

Por cierto, el chaval éste... ¿no es zurdo?

Me refiero a Obama.

Da igual, desde aquí, bajo el amparo de mi solidaridad con los zurdos, mi bendición a los calzoncillos para zurdos.

Pero, eso sí, ya que nos ponemos solidarios, espero que los de El País se apliquen el cuento y saquen también para diestros la colección de tazas con las portadas de los discos de los Beatles. Que yo siempre veo lo mismo, sea la taza que sea.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Cactus Interruptus


A Gaspar Garrote su mujer le ha regalado un pequeño cactus. Dice que ha leído por ahí que si lo pone junto al monitor, el cactus chupará las radiaciones que éste emite, librándole de toda posibilidad de quedarse estéril o, lo que es peor, medio gilipollas. Y aunque a Gaspar Garrote lo que lea su mujer en las revistas que le pasa la imbécil de su hermana le parecen gilipolleces y, además, lo de quedarse estéril después de tener cuatro hijos se la trae floja, con todo lo de redundante que tiene que la esterilidad se la traiga floja, ha decidido, qué cojones, poner el cactus junto al monitor de la oficina. Por si acaso. Que lo de terminar medio gilipollas no tiene ni puta gracia.

Lo que Gaspar Garrote no sabe es que cuando abandona su puesto de trabajo, para ir a mear, a tomar café a la máquina, o simplemente a recrearse con el siempre visible escote de la secretaria, el cactus se dedica a visitar, desde su puesto y a escondidas, páginas de cactus en pelotas. Hay miles en la red, por cierto. De todos los gustos, colores, y púas.

Y claro, como los del departamento de redes, que todo lo monitorizan y todo lo ven, no saben tener la boca cerrada, que es que además todo lo cuentan los muy hijos de puta, ahora Gaspar Garrote se ha encontrado, de la noche a la mañana y sin saber por qué, con que la mitad de los compañeros le evitan, y la otra mitad se descojona de él a sus espaldas. Y él, pobre ignorante de las aficiones de su cactus, no entiende nada.

Aunque lo que le está quitando el sueño (y posiblemente esté dejando medio gilipollas) es que ese tío tan raro que trabaja en el Departamento de Riesgos le guiñe ahora el ojo con aire de complicidad cada vez que se cruzan.

Y es que, joder, todo el mundo sabe que ese tío es un puto enfermo.


lunes, 14 de septiembre de 2009

Leyendo books nah dem meer


Hoy, entrada interactiva, esperando la participación de los lectores.

Os pongo en situación:

Un hotel, en la costa, al sur de este país que vio nacer a Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, y al tío que escribe los prospectos de los medicamentos, entre otros. En una de las salas del hotel una librería, una pequeña librería con estantes, y un cartel que invita a los clientes, en inglés, castellano, y alemán, a dejar sus libros ya leídos para uso y disfrute de los demás clientes del hotel.

Aquí tenemos la balda de los libros en alemán.



Madre mía. La cantidad de alemanadas que tiene que haber ahí.

A continuación la balda con los libros en inglés.



Hay uno que se titula Beach Road. Muy propio.


Y por último el estante con los libros en perfecto español.



Ni el prospecto de las aspirinas, macho.

Yo no soy de los que piensan que una imagen vale más que mil palabras, pero si que una imagen tiene mil y una interpretaciones. Y, en el caso que nos ocupa, no todas tienen porque ser malas.

Alguien, por qué no, ante esta imagen interpretará que a escasos 200 metros del hotel habrá unos chiringuitos llenos de alemanes e ingleses poniéndose hasta arriba de sangría y paella, junto a una playa llena de españoles leyendo.

O, tal vez, interpretará que el español es un ávido lector de obras como Guerra y Paz, de libros de esos que no te terminas en una quincena ni leyendo 20 horas al día (incluyendo las 2 horas que te pasas sentado en el retrete por culpa de esa ensaladilla que te pusieron en el chiringuito).

O, qué cosas, interpretará que el español se ha dicho a si mismo "sí, y te dejo tambié el Marca en la cafetería del hotel, y papel higiénico en los baños de la planta baja, no te jode".

O, quién sabe, tal vez interpretará que al alemán no le queda más remedio que dejar, con lágrimas en los ojos, sus queridos libros en el hotel porque ha llenado el maletero de su flamante coche de chorizos, morcillas, lomos, jamones, gazpacho, y una paellera tamaño familiar que lleva de regalo para su cuñado y ya no queda sitio para nada más, al menos nada que no sea comestible.

O...

Lo dicho. Hay tantas interpretaciones. Tantas como, junto a una lagríma, granos de arena hay en la playa.

Seguro que tú también tienes la tuya.

No, tu lágrima no. Tu interpretación.


[ Las fotos son del mayor de los hermanos Añejo ]


jueves, 10 de septiembre de 2009

Vasos de plástico


Después de todo no somos más que vasos de plástico en una interminable fiesta de cumpleaños de un niño cabrón adicto a la cafeína de la Coca-Cola.

Frágiles vasos de plástico que no son capaces de mantenerse de pie si la Coca-Cola se vierte sin cuidado.

Tan sólo si el vaso ya está medio lleno el equilibrio es posible. Aunque lo mejor es tener cerca a alguien que te sujete mientras la Coca-Cola cae sobre ti con todo su terrible e inevitable peso. Alguién que te ayude a mantenerte de pie, y a asumir que no eres más que un vaso de plástico.

Un puto vaso de plástico desechable.




viernes, 4 de septiembre de 2009

Declaración pública


Tengo un pequeño vicio, y es el de pasar un ratillo viendo qué tipo de busquedas en google son las que traen a la gente a este blog. Me ha dicho el médico que si lo hago cada ocho horas, en las comidas, que no hay problema, que no crean adicción, ni hace daño al estómago. Dominga, en cambio, me ha dicho que eso no tiene que ser bueno para la salud. Y por otro lado, "El chori", el camello del barrio, me ha dicho que él me puede pasar búsquedas mucho mejores, que las primeras son gratis, y que luego ya sé donde encontrarle.

El caso es que no dejo de asombrarme con las búsquedas que hace la gente y que les termina llevando a mi blog. El clásico, el top búsquedas que llevan a Diario de un náufrago en una palangana, es "cuales son las tres leyes de Newton", seguido muy de cerca por "cuales son las tres leyes de niuton".

Es fascinante, de verdad.

Aunque hoy ha aparecido en la lista de procedencias una búsqueda que más que fascinado me ha dejado preocupado, por no decir acojonado. Es esta:

"Hacienda diario de un náufrago"

Yo, hasta el momento, no he pagado ni un puto duro a Hacienda por ser náufrago en una palangana. Desconozco si esta actividad está exenta de impuestos o no. No sé si tengo que rellenar cada semestre el impreso 13, el formulario 24, o el modelo 112. No tengo ni idea. Pero, claro, como el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, y en estos momentos de crisis el gobierno está intentando sacar dinero de debajo de las piedras, incluyendo la de los riñones, pues...

Acojonado me hayo.

Por si acaso quiero hacer público que con este blog el que suscribe (y paga además religiosamente sus impuestos) no está ganando, ni por activa ni por pasiva, un mísero duro.

Es más, hasta me estoy planteando no volver a poner más vídeos de youtube en el blog, no vaya a ser que alguno de los autores de los vídeos piense defraudar a Hacienda con los ingresos que estos le generen, y luego me acusen a mí de cómplice.

Lo que hago público en Madrid, a 4 de septiembre de 2009.

PD: En un principio no había pensado poner el logo de la Agencia Tributaria, por lo de los derechos de autor y todo eso, pero como, después de todo, Hacienda somos todos...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Que llega el fresco

Cuenta la leyenda, o mejor dicho, contaba Luis Miguel Dominguín que después de beneficiarse por primera vez a la bella Ava Gardner, se levantó y comenzó a vestirse por los pies, que es por donde se visten los hombres.

¿Dónde vas?, le preguntó la Gardner desde la cama. Pues dónde voy a ir, criatura - dijo el torero mientras se subía la bragueta - a contárselo a los amigachos. (Es una traducción libre del original)

Con las vacaciones, o mejor dicho, con los viajes de las vacaciones, pasa tres cuartos de lo mismo: tanto monta, monta tanto, hacer el viaje como contárselo luego a los sufridos amigachos, compañeros de trabajo, familiares, o lectores de tu blog, sin ir más lejos.

Pero no temáis, queridos lectores, que no voy a inaugurar este nuevo curso blogodémico contando los viajes de aquel al que mi sobrina, si supiese hablar, llamaría "mi tío Matt, el viajero".

Pero eso no quita que no os ponga una foto de mis vacaciones.




Sí, lo sé, no es Ava Gardner pero... bonitas tetas, ¿verdad?