¿Os habéis parado a pensar alguna vez lo dura que puede llegar a ser la vida de un olivo?
Imaginaros, por un momento, que a vosotros, insignificantes humanos, os creciesen olivas en la cabeza, de las que tienen hueso y no llevan una anchoíta dentro.
Imaginaros, por un momento, que una mañana, al salir el sol, apareciese por el horizonte un carro cargado de recios olivos; cada uno de ellos armado con una larga, dura y afilada vara; todos cantando al unísono no madrugaría tantooooo si el sol fuera jornalerooooo.
Imaginaros, por un momento, que esos olivos empiezan a daros de varazos hasta que soltéis todas las olivas que tan celosamente habéis estado guardando en vuestra cabeza, sobre el tupé.
Imaginaros, por un momento, que, tras apalearos cruelmente, esos recios olivos se suben al carro y se vuelven por donde han venido sin pedir si quiera disculpas por su tropelía, mientras cantan al unísono ya se está poniendo el sol, ya se debiera haber puesto, que para el jornal que ganamos, no es menester tanto tiempo...
Y digo yo: ¿alguien se ha molestado en pedirle al olivo cortésmente sus olivas?.... No, ¿verdad?. .. Nadie lo ha hecho porque le tomarían por loco, pero por intentarlo un día no perdemos nada y los olivos ganan mucho... vamos, digo yo.
También es cierto que lo del girasol es peor, que a ese directamente le cortan la cabeza.
Pero esa es otra causa perdida que ya abordaré otro día.