domingo, 31 de enero de 2016

Todos menos Superman. Episodio final.



- ¿Sí?

- ¿Clark?

- ¿Quién es?

- Soy Bruce.

- ¿Bruce?... ¿qué Bruce?...

- Bruce Wayne

- ¿Bruce Wayne?

- Batman, soy Batman.

- Coño, Batman. Qué agradable sorpresa. 

- ¿Qué haces?

- Viendo la tele. Están echando “Todo en un día” de John Hughes. Me encanta. 

- No la conozco.

- Pues es un clásico.

- Oye, Super…

- Dime.

- ¿Tú…?

- ¿Sí?

- ¿Tú tienes mayordomo?

- No, tío. Eso es para los ricos.

- Pero, vives con alguien, ¿no?

- No, vivo solo.

- ¿Y quién te limpia la casa, te hace la comida, te pone el coche a punto?…

- Limpiar limpio yo.

- ¿Y cuánto tardas?

- No sé… dos o tres segundo, creo.

- Ya, entiendo, la supervelocidad.

- Eso, y que vivo en un apartamento de 60 metros cuadrados en las afueras de Metrópolis.

- ¿Y la comida?

- Yo no como, Bat, me alimento del Sol.

- Claro, claro…

- En cuanto a lo del coche… ¿tú es que no me has visto volar?

- Tienes razón…

- Estás empanado, tío.

- Y cuando enfermas, ¿quién te cuida?

- Yo no enfermo. 

- Hombre, con la kryptonita sí que te quedas tocado, ¿no?

- Mira, te voy a ser sincero. A mí la kryptonita me la suda.

- ¿No entiendo?

- En realidad son bajones de azúcar, pero claro… en un superhéroe no quedaba serio, así que me inventé lo de la kryptonita.

- ¡No jodas!

- Es hereditario, ¿sabes? A mi padre le daban cada dos por tres. Al final fue lo que le mató.

- Vaya, lo siento.

- No, si apenas lo conocí.

- Volviendo a lo de si vives con alguien… ¿a ti no te gustaría vivir con alguien?

- ¿Vivir con quién?

- Conmigo.

- ¡Hey, tío, que yo no soy Linterna Verde! 

- No, no van por ahí los tiros

- ¡Y lo de los calzoncillos rojos fue un error de concepto!

- Que no, que lo digo por repartir las tareas de la casa. ¿Por qué no probamos, un par de meses?

- ¿En tu mansión?

- No, en tu mierda de piso de 60 metros… ¡pues claro que en mi mansión!

- Ya. Oye, pásame con Alfred, que quiero hablar con él.

- No está.

- ¿Pero no está ahora, o no está?

- No está.

- Vamos, que se ha ido.

- No se ha ido. Es que no está.

- Mira tío, si lo sabe todo el mundo, que se ha ido para siempre…

- Sí, vale, el muy cabrón se ha ido para siempre. Entonces qué, te vienes, ¿no?... por favor… te lo suplico.

- Una polla como una olla.

Y colgó.

Epílogo:

Dicen que Batman ya no es el que era. Le han visto vagar por las azoteas. Desnutrido, sucio, con la capa hecha jirones. Los supervillanos ya no quieren luchar con él. Por lástima. Porque les duele verle así, con lo que él ha sido, con el miedo y el respeto que ha infundido. 

Sí, son supervillanos, extraña tal muestra de dolor y ternura hacia el pobre hombre murciélago pero, como bien decía el viejo Alfred, en el fondo todos, ricos o pobres, amos o siervos, héroes o villanos… todos tenemos nuestro corazoncito. 

Todos, menos el hijoputa de Superman.




miércoles, 27 de enero de 2016

Todos menos Superman. Episodio II


¿RoBat, amo?

- Sí, RoBat. Batmovil. Batcueva… Ro-Bat. ¿Entiendes? Y no me llames amo, llámame Señor Wayne.

- Pero, según la lógica, Señor Wayne, RoBat es nombre de mujer, no de hombre.

- Pero tú no eres un hombre, ni una mujer. Eres una máquina.

- Me ha diseñado con voz de hombre, Sr. Wayne. Y con bigote.

- He conocido mujeres con voz más grave que la tuya, RoBat. Al menos tras una noche llena de alcohol, tabaco, y otros vicios inconfesables. Y eso que llevas en la cara no es un bigote, es una célula fotoeléctrica.

- Pues parece un bigote.

- Pues parecerá un bigote pero es una célula, y sanseacabó. Deja de perder el tiempo y hazme la cena. Con un sándwich de rosbif será suficiente, que no tengo mucha hambre… Ro-Bat.

- Sí… amo.

Todo era perfecto con RoBat. Limpiaba. Cocinaba. Ponía a punto los Bat-vehículos. Hasta sabía dar masajes que, aunque cierto es que eran algo fríos, sí que conseguían aliviarle el dolor tras las peleas con los supervillanos.

Pero en su diseño y construcción había cometido un error imperdonable: le había instalado  Windows como sistema operativo. Windows Vista, para mayor inri.

Un día, RoBat se conectó a internet buscando la receta para hacer tarta de zanahoria y su mente cibernética se llenó de virus. Enloqueció.  Se volvió paranoico. Y termino intentando matar a su amo. 

- Por favor, Señor Wayne, no me desconecte – suplicó mientras le arrancaba el casco bajo el que llevaba la CPU.

- A tomar por culo, cafetera.

La lucha había sido titánica. Le había fracturado dos costillas, y casi le arranca la oreja con uno de sus extensores. Eso de pelear sin el traje había sido una mala decisión. Una y no más, Santo Tomás, se dijo. Una, y no más.

Asumió que tendría que aprender a llevar la casa el solo. Y que nadie le ayudaría en su doble vida, millonario de día, superhéroe de noche. Tomó la nueva situación con decisión, y con un toque de optimismo.

Tres días le duro el optimismo. Al cuarto día se vino abajo. El primer día lo perdió entero limpiando los baños. Los quince baños que tenía. 

- Por mis muertos que mañana los cierro todos con llave menos el rojo, que es el que menos se ensucia, se dijo. 

El segundo en limpiar el Batmóvil, la Batmoto, el Batcóptero, y la Batidora. 

- Me cago en mi puta vida, de dónde sale tanto barro.

El tercero se lo pasó de compras en el CostCo. Se compró 18 kilos de aceitunas sin hueso; 34 de patatas, onduladas; 2 garrafas de espuma de afeitar, de a 5 litros la garrafa; 60 bidones de leche, de 5 litros cada bidón; 18 paquetes de pan de molde; 4 kilos de queso ahumado; 4 botes gigantes de kétchup; 5 batas de cuadros escoceses; y 12 pares de zapatillas de estar por casa. Con la suela de gel. Anunciadas en TV.

Por la noche, sentado en el sofá de su salón de quinientos metros cuadrados, mientras se comía un sándwich de queso, enfundado en una bata de cuadros escoceses, con los pies cocidos por el gel de sus zapatillas de estar por casa, lloró.

Lloró como no había llorado desde que mataron a sus padres en un sucio callejón.

Cuando se le pasó la llorera, llamó a Superman.


continuará ...



sábado, 23 de enero de 2016

Todos menos Superman. Episodio I

Bruce Wayne se ha quedado sin mayordomo. Un día, cuando llegó a casa, después de patrullar el Gotham nocturno, se encontró una nota en el recibidor. “Me voy”. Nada más. Sin explicaciones. Sin más detalles. Un simple “me voy”.


De eso hace ya dos meses.

Al principio pensó que era una ausencia temporal. Unas horas. Unos días. Tal vez una semana, se dijo. Pero pasaron los días, y nada. Llegó a pensar que podría ser un secuestro. Pero no tenía sentido. Nadie llamó. Nadie envío una nota. Nadie pidió un rescate.

Al décimo día Bruce Wayne asumió que Alfred se había ido, para no volver. Y un hombre como él necesita un mayordomo.

Puso un anuncio en el Gotham Times, solicitando un profesional. Un buen profesional. 

Abstenerse mujeres. Imprescindible buenas referencias.

Con el primero que acudió, un argentino de mediana edad e impecable porte, cometió un error que ya no volvería a cometer más. Le dijo que él era Batman.

- ¿No?

- Sí.

- ¿Batman?

- Sí, Batman.

- Esteeee… sí… ya… Batman…

- ¿No me crees?

Le enseñó la Batcueva

- ¡La concha de tu madre… trabajo para el puto Batman!

Al día siguiente, cuando se levantó y fue por café a la cocina, se encontró al argentino preparando el desayuno enfundado en un mono negro, con un antifaz, y un 22 colgando de un cinto rojo.

- Buenos días, jefe. Desayune fuerte que tenemos que salir a luchar contra el mal.

- ¿Cómo?

- ¿Qué le parece?  Lo del cinturón rojo es para darle un poco de color, que ir todo de negro como que deprime, ¿no? Me lo ha dejado mi hermana.

- Mira…

- Ernesto. 

- Mira, Ernesto, yo trabajo solo. Tuve un ayudante hace años pero la cosa no funcionó.

- Lo sé. Robin. Pero ese era un pelotudo. Nada que ver conmigo. Yo soy una máquina. El azote del mal.  El compañero perfecto. ¡Yo soy su hombre!

Le dijo que se fuese, y que no volviese. No sin antes advertirle que si desvelaba su secreto le rompería las pelotas. Una y mil veces. ¿Entiendes?

- ¿Es por el cinturón? 

- A la puta calle, coño.

Tras esa mala experiencia inicial decidió que lo mejor era construir un robot que fuese capaz de realizar, si no todas, al menos sí las tareas más comunes para un mayordomo.  Y, aunque la robótica no era su fuerte, lo cierto es que en sólo quince días construyo un robot humanoide bastante aceptable. 

¡Chúpate esa, Tony Stark!

Lo llamó RoBat.

continuará...



sábado, 16 de enero de 2016

No se vayan todavía

De los creadores de


El escritor
La trilogía de las letras



los productores de




La trilogía del Parque de Atracciones

y los guionistas de






Bromas
aparte






Una trilogía incongruentemente binaria


Llega ahora






Todos, menos Superman.










Una trilogía superheroica

Estreno en este blog el próximo
 23 de enero
(San Ildefonso)