lunes, 31 de mayo de 2010

Un mal sabor de boca


Dicen las malas lenguas, tú verás si te lo crees, que el paladar tiene mal gusto.


jueves, 27 de mayo de 2010

Moviendo la tibia y el peroné

Dominga tiene nuevo entretenimiento.

- ¿Qué es bailar?, me ha preguntado esta mañana.

- ¿Bailar?... joder... bailar es algo que os gusta mucho a las mujeres, y hacéis de puta madre y que no gusta nada a los hombres, y que hacemos de puta pena, pero que hacemos porque a las mujeres os gusta... vamos, para ver si con par de bailes, y un par de copas de más, esta noche... ya sabes... esta noche... que no nos queda más cojones, vamos, si queremos... tú me entiendes... bueno, y hasta aquí puedo leer.

Como siempre, no he terminado de convencer a Dominga con mis definiciones.

- Yo quiero bailar.

- Y yo una XBOX 360, pero...

- Enséñame a bailar...

Y el caso es que... mira, que no lo hago yo tan mal.

- ¿Sabes?... hoy es tu día de suerte, Dominga... no es por echarme flores, pero bailo yo que no parece que tenga articulaciones. Venga, dame espacio, que te voy a enseñar a mover la tibia y el peroné.

Yo es que no aprendo.

A los diez minutos la tía estaba bailando que ni Ginger Rogers en sus mejores tiempos (si es que lo llevan en los genes, las jodías) y a los quince se estaba descojonando de mí.

- Menudo pato estás hecho.

- No te pases.

- No sabía yo que tuvieses dos pies izquierdos.

- Que no te pases...

Ahora cada vez que me ve se descojona y se va bailando.

- Cuac, cuac, cuac...

Y yo que me creía Christophen Walken.

martes, 25 de mayo de 2010

Su último SMS


Pidió que le enterrasen con su móvil y, a pesar de las quejas de la viuda, así se hizo. Justo cuando terminaban de sellar la lápida le entró un SMS.

Llegaré tarde. Problemas en el trabajo.
Me ha surgido una matanza de última hora. 1 bso.

En ese preciso momento despertó. Volvió a la vida con una profunda inspiración. Abrió los ojos. Sintió el frío. La oscuridad. El silencio. Y gritó.

         Gritó.

                Gritó.

Pero fuera ya nadie podía escuchar su lamento.


jueves, 20 de mayo de 2010

Superman returns

Impresionante documento gráfico con el que desde Diario de un náufrago en una palangana ponemos en conocimiento público, y en exclusiva primicia, el regreso de Superman a la Tierra.



La foto fue tomada en la Gran Vía madrileña, junto al edificio de la Telefónica, del que se observa claramente el famoso reloj junto a la nave erizo que Superman utiliza para ir de planeta destruido a planeta por destruir.

Superman, ha vuelto.

Aunque esta vez, en lugar de aterrizar en Smallville, Superman aterrizará (teniendo en cuenta la trayectoria y la altura que llevaba mientras sobrevolaba la Gran Vía) en Alcorcón.

A ojo de buen cubero, quiero decir.

Así que lo más seguro es que en su nueva vida terrestre  sus padres, en lugar de ser granjeros de Kansas, serán reponedores del Hipercor de San José de Valderas.

Es lo que tiene el siglo XXI, que ya nada es como era.

Por cierto, el avistamiento coincidió con el momento en el que, con un impresionante espectáculo de fuegos artificiales, se daba fin a la celebración del centenario de la Gran Vía de Madrid, este pasado San Isidro.

Pura coincidencia.











jueves, 13 de mayo de 2010

El sueño continúa


Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti fue perdiendo con el tiempo la ilusión. Poco a poco. Semana tras semana. Hasta que finalmente le dijo un día a su padre que no le acompañaba al Calderón, que ese domingo había quedado con una chica.

Y ya no volvió más al Manzanares.

Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti ahora es todo un hombre, recién casado, que espera su primer hijo, y que no recuerda en cuál de las cajas que se amontonan en el trastero guardó hace ya muchos años su camiseta de Paolo Futre.

Y sus bufandas rojiblancas.

Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti, ayer, mientras el atleti ganaba la final de la copa de la UEFA (ahora Europa League), estaba viendo la última de Russel Crow, porque a su mujer le gusta mucho, que es muy buen actor y está como un tren el tío, dice su mujer. Y como a su mujer se le antojó ir ayer, y él no quiere negarle a su mujer ni uno sólo de sus antojos, se fueron a verla juntos. De la mano.

Y es en technicolor.

Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti, al terminar la película, y aprovechando que su mujer había ido al baño, que ya se sabe que las embarazadas y los baños son uña y carne, llamó a su padre para preguntarle cómo había quedado el atleti, y que su padre le dijo, con lágrimas en los ojos, que eran campeones; y que, hijo, somos grandes otra vez.

Pero eso, hijo, tú no lo sabías.

Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti le mandó a su padre un fuerte abrazo, y un beso para su madre, a lo que el padre le contestó que su madre le estaba haciendo uno patucos al niño, y que le había pedido que los hiciese rojiblancos, y con el escudo del atleti, a lo que su madre había contestado que se fuese olvidando de lo del escudo, que dejase al niño en paz con la mierda del fútbol y la madre que lo parió.

Y que no hay más que hablar.

Dicen que el niño que le preguntaba a su padre que por qué eran del atleti anoche apagó la tele; se acostó junto a su mujer, ya dormida;  puso la mano sobre la barriga de su esposa; y, tras sentir como el corazón de su hijo palpitaba con fuerza, sonrió. Con ilusión. Con toda la ilusión antaño perdida.

Y se quedó dormido plácidamente.






jueves, 6 de mayo de 2010

El perro del hortelano


Estaba seguro de que lo había enterrado ahí, pero en lugar del hueso encontró una pequeña saca llena de monedas de oro. La cogió, y la deposito a los pies de su amo. El hortelano le compró, como premio, el mejor hueso de ternera que haya visto nunca un perro; y, para compartir su dicha, invitó a comer a toda la comarca. El perro, ya saciado, enterró lo que quedaba de hueso, y se tumbó a observar como por la vereda, junto a la huerta, pasaba un rebaño de refranes.


lunes, 3 de mayo de 2010

Días de vino y rosas


Con los corchos de las botellas que la marea llevó a la playa se hizo una balsa con la que abandonar aquella solitaria isla. En medio de la inmensidad del océano, el náufrago echó de menos aquellos días de vino y rosas.