jueves, 27 de octubre de 2011

Se lo juro, yo no soy George Lucas


El otro día tuve que renovar el carné de conducir. Y para ese, piden foto.

Hacía mucho tiempo que no tenía que hacerme un carné con foto. El último carné que mi hice era el de la biblioteca, y ahí les importa tres cojones tu careto. En realidad les importa tres cojones todo porque los que trabajan allí nunca hablan, y si lo hacen lo hacen muy bajito, como si les importase tres cojones todo. Sobre todo tu careto.

En la carta que me envió la DGT me decían que me presentase en un sitio de esos que te cuentan los brazos y las piernas y si suman cuatro eres apto para conducir. Yo creo, además, que les da lo mismo si la proporción es 2 + 2. Si vas con tres piernas y un brazo te van a dar también por apto. Deben cobrar por miembros. A 10 euros el miembro, más o menos.

También me decían en la carta que no hacía falta que llevase foto, que ellos te la hacían. Y, aunque en un principio pensé ¡de puta madre!, luego me di cuenta de la tragedia que representa.

Y es que tras contarme los miembros (2 + 2 en mi caso), hacerme leer cuatro letras, y ponerme a jugar con una vídeo-consola del siglo XV, con juegos del XVI, me dijeron que me sentase en una silla y mirase la cámara.

- ¿Qué cámara?, pregunté tras sentarme.

- Esa que tienes delante.

- Pero si eso es una webcam.

- Tú mira, y no te muevas.

- Y además es de Fisher-Price.

- Baja un poco la cabeza.

- Mi sobrina tiene una igual.

- Un poco más.

- Tiene casi tres años.

- Un poco más.

- Mi sobrina, no la webcam.

- Vale, ya puedes levantarte.

Resultado: ese no era yo, era George Lucas, el tío sin cuello.

- Si quieres la repetimos.

- No, déjalo. Quiero irme, tengo un terrible dolor de cuello.

Y luego me hicieron firmar con un boli sin bola, en un cacharro como el que tienen las cajeras del Mercadona.

- ¿Es esta tu firma?, me preguntaron mientras me mostraban un garabato en el monitor.

- No, eso es un dibujo de mi sobrina. ¿Por qué tiene usted un dibujo de mi sobrina en su PC?

- ¿Es o no tu firma?

- No, pero da igual. Quiero irme de aquí.

De esto hace poco más de un mes. Ayer mi sobrina cogió mi cartera y se puso a sacar todos los carnés. Cuando sacó el de conducir se derrumbó, y se puso a llorar como una magdalena.

Tiene casi tres años.

Mi sobrina, no la magdalena.


martes, 18 de octubre de 2011

Desayuno con dragones

La noche es una estrella en tu cucharilla. Amanece entre dos terrones, mientras el primer rayo de luz se abre paso entre la densa niebla que se forma sobre tu café. Hay un águila anidando en lo alto de una de tus magdalenas. Del agujero de mi donuts, lleno de agua fresca, salta un salmón. Un dragón está quemando el servilletero. Es joven, y todavía no sabe controlar su más poderosa arma: ése aliento flamígero iba dirigido al reloj de la torre que crece sobre mi muñeca. Los aldeanos corren atemorizados. Al fondo alguien apura su café, y cierra un portátil. Y entonces tú, yo, todo se desvanece.

domingo, 9 de octubre de 2011

La maldición de las Octogárgolas de París


Cuentan los Sagrados Manuales de Usuario en sus anotaciones a pie de página que fueron condenadas, tras un acto de rebeldía contra el dios ASCII, a deambular eternamente por las catacumbas de París.

Cuentan también que, por un bug de programación en la condena, cada 8 de agosto, a las 8 de la mañana, escapan de su lúgubre prisión y son libres de caminar, con su paso monótono y mecánico, por las azoteas de la ciudad de la luz. Hasta las 8 de la tarde. Momento en el que tienen que regresar a las catacumbas.

Pero algunas, atrapadas tal vez por la belleza de las férreas curvas de la torre Eiffel; o de las pétreas curvas de la cúpula del Sacré Coeur; o, qué demonios, de las carnosas curvas de las bailarinas del Moulin Rouge, no regresan al subsuelo. 

Y cuando el reloj del Defensor del Tiempo da la última de las ocho campanadas verspertinas, esas octogárgolas rebeldes que no regresaron a su oscura prisión quedan petrificadas, per sécula seculórum, en las paredes de las calles de París.

Sí, eso cuentan los Sagrados Manuales de Usuario.












jueves, 6 de octubre de 2011

Lee, y todo aquel que me lee


The D, Tenacious D, grupo de rock del que ya hemos hablado en este blog, son un grupo peculiar: no es que sólo tengan un fan (falso, conmigo suman dos, pero bueno) es que, además, ellos son fans de su fan; y le persiguen; y le idolatran; y le pegan seis tiros en la puerta de un hotel. Y se llama Lee, que no es un mal nombre para un fan.

Yo no voy a perseguir a todo aquel que venga aquí, a leerme después de tanto tiempo (99 días, si no he contado mal ...hasta dos se me da de puta madre, más ya es otra historia). Tampoco voy a idolatrarle. Y mucho menos pegarle seis tiros en la puerta de un hotel. Los sonidos fuertes y secos me provocan un vacío en el estómago. Además, es delito.

Pero si voy a darle las gracias por volver después de tanto tiempo, por ser un Lee en una palangana.

Gracias, Leector.






[ Muchas felicidades para mi fan número uno, de su fan número uno ]

PD: Estoy pensando que, a lo mejor, somos más de dos los fans de los D, pero claro: más de dos, ya es otra historia.