Llevo dos días seguidos quedándome dormido. Dos días seguidos sin oír el maldito (por siempre maldito) despertador. O no lo oigo, o no quiero oírlo.
A pesar de ello, llevo dos días seguidos levantándome a la misma hora: las 6:59 a.m.
Abro los ojos, miro el reloj, y pienso: las 6:59... me he dormido.
Si mañana, cuando abra los ojos, el maldito (por siempre y siempre maldito) despertador marca por tercera vez las 6:59, pensaré que es una señal, y empezaré a comerme la cabeza.
Hasta entonces no pienso darle vueltas al asunto. Después de todo, no son más que números.
Con la trilogía del Parque de Atracciones pensaba que iba a alcanzar las cifras que el malogrado Stieg Larsson ha alcanzado con su trilogía de Millenium. Pero no en ventas, en visitas. En visitas, y en comentarios. Millones de visitas, y millones de comentarios.
Pero no ha sido así. Más bien todo lo contrario: con la Trilogía del Parque las visitas y los comentarios han disminuido, lo que, siendo sincero, me ha desanimado como bloguero.
Pero bueno, seguiré con el blog. Después de todo, no son más que números.
Mucho me temo que el número de mascarillas que han tenido que utilizarse en los últimos días en los centros de salud ha desbordado las previsiones de Sanidad. Y, con seguridad, también sus presupuestos. Si la semana pasada en el hospital te daban una mascarilla 2.0 (semirígidas, con una placa metálica bajo la nariz que no sé para que demonios sirve, y una goma elástica de calidad, de las que no rompe ni la mayor de las cabezas) esta semana, en cambio, las mascarillas son versión principios del siglo pasado. O peores. Un trozó de papel, con dos débiles gomas elásticas que se enganchan a las orejas. Si no tienes orejas, te jodes.
Me pregunto a cuánto se está pagando el kilo de mascarillas, y quién cojones se estará forrando con este tema.
Pero bueno, seguiré tapando mi cara sin nocturnidad, ni alevosía. Después de todo, no son más que números.
Ayer debatía con mi amigo el Señor K. sobre esto de las redes sociales. Facebook supera ya los 300 millones de usuarios (ponlos en fila), pero ni él, ni yo, tenemos cuenta en Facebook. Ni en Facebook, ni en ningún otra red social. Para que negarlo... nos acojona.
Pero, a diferencia de mí, al Señor K. si le gusta darse una vuelta de vez en cuando por las redes sociales. "Navegar por ellas es como sentirte James Stewart en La ventana indiscreta, pero sustituyendo los prismáticos por el ordenador", me decía el Señor K.
Y es cierto, sólo que además de sustituir los prismáticos por el ordenador sustituyes también un puñado de ventanas de cristal por 300 millones de ventanas formadas por hasta 16,7 millones de colores.
A mí, personalmente, me acojona. Pero bueno, después de todo, no son más que números.
[Gracias al Señor K. por el enlace al vídeo]