Patuchas fue el creador de aquella pegajosa canción de los limones que noche tras noche Pepe Navarro, al que en este país conocemos todos (que sí, que usted también) ponía en aquel programa que con mayor o menor frecuencia veíamos todos (sí usted, el que reniega de la televisión y sólo ve los documentales de la 2 y las soporíferas tertulias literarias de Sánchez Dragó también). Me refiero a Esta noche cruzamos el Mississippi.
Patuchas, posiblemente pensando
dónde demonios habrá dejado las gafas.
A Patuchas le hizo mundialmente famoso la canción de los 40 limones, que fue inicialmente editada como “Danza de los 40 limones” y, tras su éxito, como “Rap de los 40 limones”. Y cuando digo mundialmente famoso digo mundialmente famoso, que me consta que el pueblo tibetano es capaz de recitarla de carrerilla y sin oxígeno sin cometer un solo fallo. Hay que decir que a Patuchas la canción de los 40 limones le hizo mundialmente famoso con el nombre artístico de Juan Antonio Canta, nombre con el que publicó el disco que contiene dicho tema: Las increíbles aventuras de Juan Antonio Canta.
Pero antes de ser un limón y medio limón Patuchas era muchas más cosas. Era un tío que le decía, con mucha gracia y estilo, a los Hombres G que eran unos gilipollas; era un caballero que le gritaba a una guarra y foca que se sacase inmediatamente eso de la boca, era el hombre de Colón que cambio de profesión para dedicarse a la prostitución, era un alguien que al grito de ¡ole! le pedía al torero que se quitara el sombrero (¡ole!), era un ángel en un cielo sin alcohol, ni mujeres ni pastillas de color. Era, en definitiva, un hombre encerrado en un Pabellón Psiquiátrico.
Sobre su muerte se ha hablado mucho y en muchas ocasiones sin conocimiento de causa así que mejor no hablaré del tema, por que ni sé ni quiero saber, lo único que quería hoy era hablar del rey de la rima directa, de la rima sencilla, de la rima fácil (esa rima tan difícil de hacer).... de Patuchas.