jueves, 26 de febrero de 2009

Ventanilla 666


- No, así es el infierno. Así funcionan las cosas ahí abajo - dijo mientras vertía el veneno en las copas y le acercaba una a ella - Pero no tienes por qué hacerlo. Tú decides.

Ella miró la copa con temor. Le temblaron las manos al cogerla.

- No sé, ¿tú estás seguro de que los suicidas terminan de funcionarios en el infierno?

- Sí - se bebió su copa de un trago – completamente seguro.

Intentó sonreír, pero sólo apareció un gesto de dolor intenso. Ella dejó su copa sobre la mesa.

- Cariño, creo que mejor yo voy a seguir opositando.


domingo, 22 de febrero de 2009

Tributo


Después de esta semana de tributo al silencio, nada mejor para romperlo (el silencio, no el tributo) que la música, ese invento del Demonio que nos hace mágicos.

Bravo.

Así pues, terminamos esta semana tan silenciosa con Tenacious D, el grupo de Jack Black, posiblemente el tío que tiene las cejas más expresivas de este planeta (siempre con permiso de Carlos Sobera, claro), y su tema estrella: Tribute.

La historia que cuenta Tribute es sencilla: Jack y Kyle, el otro miembro del grupo, se encuentran dando un paseo (posiblemente después de una opípara cena, que los dos están de buen ver) cuando se topan con el mismísimo Satanás, que les dice, todo gallito, que si no le tocan la canción más grande del mundo se quedará con sus almas. Y los D, que tal vez sean más demonios que el mismo Satanás, lejos de acojonarse y salir corriendo se ponen a crear la canción más grande del mundo. Y lo consiguen. Y Satanás que lo flipa en colores. Principalmente en rojo.

Esa es la historia que cuentan Jack y Kyle mientras tocan para los mortales un tributo a la canción más grande del mundo. Un tributo, porque aquella canción que le tocaron al de los cuernos y el rabo, la canción más grande jamás creada, quedó en el olvido. No son capaces de recordarla.

La versión de Tribute que os pongo en este humilde y pecaminoso blog es un directo en el que participan, ni más ni menos que los Foo Fighters, el grupo de Dave Grohl, el batería de los Nirvana.

Por cierto, como bonus track para terminar esta entrada decir que el Satanás que sale en el vídeo original de Tribute es el mencionado Dave Grohl.



viernes, 20 de febrero de 2009

Silencio (V)



Silencio...

un La sostenido, soberbio y con aires de Do Mayor, que se niega a sonar igual que un Si bemol...

Silencio...



Invocación al silencio publicada originalmente en Pandemónium

jueves, 19 de febrero de 2009

Silencio (IV)



Silencio...

Hay goteras en el almacén de pólvora...

Silencio...



Invocación al silencio publicada originalmente en Pandemónium

miércoles, 18 de febrero de 2009

Silencio (III)



Silencio...

Un recién nacido que se niega a llorar si no es en presencia de su abogado...

Silencio...



Invocación al silencio publicada originalmente en Pandemónium

martes, 17 de febrero de 2009

Silencio (II)



Silencio...

A Jimi Hendrix le cortan la luz por falta de pago...

Silencio...



Invocación al silencio publicada originalmente en Pandemónium

lunes, 16 de febrero de 2009

Silencio (I)



Silencio...

Un ruiseñor que cancela su concierto al amanecer por falta de aforo...

Silencio...



Invocación al silencio publicada originalmente en Pandemónium

jueves, 12 de febrero de 2009

Seis más el complementario


Los zánganos (los de una colmena, no confundir con otro tipo de zánganos) tienen un árbol genealógico que cumple con la sucesión de Fibonacci. No tienen padre (1), pero si que tienen una madre (1, 1), dos abuelos (1, 1, 2), tres bisabuelos (1, 1, 2, 3), cinco tatarabuelos (1, 1, 2, 3, 5), ocho tataratabuelos (1, 1, 2, 3, 5, 8), y así hasta el infinito y más allá (0, 1, 1, 2, 3, 4, 8, 13, 21, 34, 55… el infinito... y más allá).

Esto que parece una gilipollez es muy importante porque es conocimiento, y el conocimiento lo es todo en la vida. Sobre todo en la vida laboral.

Cuando uno es dueño del conocimiento, cuando uno sabe lo qué tiene que hacer y, sobre todo, cómo lo tiene que hacer, uno es dueño también de la tranquilidad.

Bueno, dueño y esclavo a la vez, porque la tranquilidad es una tía sosa que baila con el más feo: el aburrimiento. Y el aburrimiento, además de feo, es un esclavista de mucho cuidado. Un esclavista y un cabrón, que te castiga con cien latigazos diarios, de lunes a viernes. Por que sí. Por saber. Por ser dueño del conocimiento.

El desconocimiento, en cambio, te da inseguridad, intranquilidad, y muchas otras cosas malas que terminan en –dad, pero te mantiene activo. Cuando uno no sabe cómo tiene que hacer lo qué tiene que hacer, que lo tiene que hacer porque no quedan más cojones, pues se busca la vida. Y buscarse la vida puede ser de todo menos aburrido.

Yo, ahora mismo, hay días en los que echo de menos, y mucho, ser dueño del conocimiento.

Qué cojones, yo lo que echo de menos es ser dueño de un boleto premiado de la primitiva.

Uno de 6 más el complementario.

Porque… hay premios de 6 más el complementario, ¿no?

No tengo ni puta idea.

De nada.


Nota a pie de post:

La semana que viene será la Semana del Silencio. Un silencio cada día.
Pero no se lo digáis a nadie.

jueves, 5 de febrero de 2009

Al final del arco iris


Dominga dice que quiere que llegue
ya la primavera, que está cansada del invierno.

También dice que vaya una mierda de rollito náufrago que llevo, que ella pensaba que esto de ser una nativa de un náufrago llevaba implícito el clima tropical, las playas de aguas cálidas y cristalinas, y los días soleados regalando atardeceres de esos que te hacen bendecir el movimiento rotacional de la Tierra.

Me lo ha dicho así, como muy borde, como si yo tuviese la culpa del frío y de que esto no sea Los Robinsones suizos, que de puta madre que vivían en su isla tropical daban hasta asco.

- Demasiadas novelas de naufragios, me parece a mí - la he dicho yo, que eso de que me echen culpas que yo no tengo no me gusta un pelo.

- Perdona, bonito, ¿qué me estás tratando de decir?

- Nada, simplemente que yo no conozco a nadie que haya naufragado en un día soleado, con el mal en calma, y tumbado en cubierta, con un mojito en una mano, y la crema bronceadora en la otra. ¿Sabes?

- Mira, listillo, una cosa es el acto del naufragio, y otra bien distinta es la espera a que te rescaten. Está claro que uno naufraga porque le pilla una tormenta de esas que dejan tiritando al más pintao. Pero la espera, la espera a que te rescaten es siempre en una isla maravillosa, con lago azul y todo.

- Sí, y un tío cachas con el pelo como Bisbal y con un taparrabos ajustado, no te jode. Lo dicho, demasiadas novelas, y demasiadas películas de naufragios, me parece a mí. Además, ¿quién te ha dicho a ti que en el Mar del Norte no se naufraga? Esos si que las pasan putas, así que no te quejes.

- Conocerás tú a muchos náufragos del norte...

- Pues mira, sí. Conocí a uno, un capitán de un barco inglés que en cada puerto tenía una mujer. Siete años flotando en un iceberg estuvo, esperando a que lo rescatasen. Smith... Capitán Edward J. Smith, se llamaba.

- ¡Ay pobre!

- De pobre nada. Era un cachondo, y hacía las mejores fiestas que se hayan visto nunca a ambos lados del ecuador.

- ¿Y qué pasó, lo rescataron?

- Que va, en una de las fiestas que dio se acabó el hielo, y tuvimos que tirar de iceberg. Y claro... ya le había avisado yo, que no invites a Vladimir a la fiesta, Edwar J., que a ese le tiraron por la borda de un submarino soviético por beberse todo el vodka de la Armada Soviética... Pero él ni puto caso, y allí lo dejamos, abrazado al ruso, sobre un metro cuadrado de iceberg. ¡Cabrones, llevaros al menos al ruso, que es de los que le da por los cánticos populares!, nos gritaba cuando nos alejábamos una vez terminada la fiesta.

- Anda que.. ya os vale.

- Pues sí. Pero es lo que hay. Así que no te quejes, que tú no estás tan mal. Anda, vete al Club Social Palangana y prepara un chocolate calentito de esos que sólo tú sabes hacer, que va a nevar.

No hay nada como mentarle a Dominga el chocolate para que se olvide de todos los males.

Pero lo cierto es que tiene razón. Esto del mal tiempo ya empieza a ser cansino. Todo los días tenemos el menú completo. Coges carretera y manta (sobre todo no olvides la manta) y en veinte kilómetros de marcha te encuentras todos los fenómenos climatológicos posibles. Los cinco primeros kilómetros nieve. Los cinco siguientes lluvia. Los cinco siguientes, niebla. Y los cinco últimos, viento. Y hay días que te los encuentras mezclados, que no agitados. Nieve, lluvia, viento. La niebla no se junta con nadie, que la niebla es de esas que les gusta ir sola por la vida.

Y así un día tras otro. Sin pausa. Sin tregua. Sintiendo como poco a poco la imagen del Sol se difumina en tu memoria. Como el primer amor. Como el primer beso.

Bueno, miento. El otro día, el sábado, entre nevada y nevada salió el sol. Y con él el arco iris. ¿Y a que no sabéis qué?... que no es cierto eso que dicen que el arco iris nunca toca el suelo. Yo lo ví, vi como tocaba un suelo entre montañas, como se metía en la tierra, como se fundía con la nieve caída sobre la dehesa.

Ah, y por cierto, eso de que al final del arco iris hay un caldero lleno de monedas de oro tampoco es verdad.

Hay una vaca.

La Fuente de Mingo, un domingo cualquiera de febrero de 2009. Foto: Carlos Añejo