sábado, 4 de junio de 2011

Darth Vader ya no tiene quien le quiera


¿Puedo quedarme con sus juguetes? De pie, frente a sus padres, con el Darth Vader de peluche de su hermano colgando de su mano derecha, cogido por el pequeño brazo con el que empuña la espada láser, esperaba ansioso una respuesta.


Apenas levanta medio metro del suelo.


El padre, hundido en el sofá, giró la cabeza lentamente y le miró. Su mirada aún seguía perdida. Traspasaba la cara de su hijo. ¿Puedo, papá? El padre asintió levemente, sin dejar de mirar al infinito. Y apretó aún más fuerte la mano de su mujer.


Hacía dos días que a ninguno de los dos le quedaban lágrimas.

8 mensajes en la botella:

Raúl dijo...

Brutal, sin palabras me has dejado.

Wen dijo...

Qué bajonazo....
Jo, que mal

Raúl dijo...

Una entrada literaria muy buena, en conjunto el texto, con el título y con la imagen, de las mejores que he leído nunca. No la olvidaré.

Jorge Arbenz dijo...

Un microrrelato magnífico. Y muy duro.

Belén dijo...

Que no... que yo le sigo queriendo, si yo soy muy de canallas...

Besicos

Trasto dijo...

¡Qué mezcla de sensaciones hundidas en un sofá!
¡Qué ternura más cruel en menos de un metro!
Y qué me gusta leer algo que me provoque tantas cosas en tan pocas palabras...

Anónimo dijo...

Vaya, no me esperaba yo un texto con esta carga dramática, tratándose de usted. Pero ya veo que también en este plan sabe defenderse.
Cruel, más que duro: la crueldad de la infancia.

Carlos Añejo dijo...

Sonámbulo, la imagen es una foto dedicada de Kenny Baker, el actor que manejaba desde dentro a R2D2 en todas las películas de la saga.

Perdón por el bajonazo, Wen.

Sí, es duro, Jorge.

Es que tú también eres un poco canalla, Belén. Besicos.

¿Lo de en menos de un metro lo dices por Kenny Baker, Trasto?...

Tiene usted razón, Rick. Me temo.

Gracias a todos por vuestros comentarios.