sábado, 23 de enero de 2016

Todos menos Superman. Episodio I

Bruce Wayne se ha quedado sin mayordomo. Un día, cuando llegó a casa, después de patrullar el Gotham nocturno, se encontró una nota en el recibidor. “Me voy”. Nada más. Sin explicaciones. Sin más detalles. Un simple “me voy”.


De eso hace ya dos meses.

Al principio pensó que era una ausencia temporal. Unas horas. Unos días. Tal vez una semana, se dijo. Pero pasaron los días, y nada. Llegó a pensar que podría ser un secuestro. Pero no tenía sentido. Nadie llamó. Nadie envío una nota. Nadie pidió un rescate.

Al décimo día Bruce Wayne asumió que Alfred se había ido, para no volver. Y un hombre como él necesita un mayordomo.

Puso un anuncio en el Gotham Times, solicitando un profesional. Un buen profesional. 

Abstenerse mujeres. Imprescindible buenas referencias.

Con el primero que acudió, un argentino de mediana edad e impecable porte, cometió un error que ya no volvería a cometer más. Le dijo que él era Batman.

- ¿No?

- Sí.

- ¿Batman?

- Sí, Batman.

- Esteeee… sí… ya… Batman…

- ¿No me crees?

Le enseñó la Batcueva

- ¡La concha de tu madre… trabajo para el puto Batman!

Al día siguiente, cuando se levantó y fue por café a la cocina, se encontró al argentino preparando el desayuno enfundado en un mono negro, con un antifaz, y un 22 colgando de un cinto rojo.

- Buenos días, jefe. Desayune fuerte que tenemos que salir a luchar contra el mal.

- ¿Cómo?

- ¿Qué le parece?  Lo del cinturón rojo es para darle un poco de color, que ir todo de negro como que deprime, ¿no? Me lo ha dejado mi hermana.

- Mira…

- Ernesto. 

- Mira, Ernesto, yo trabajo solo. Tuve un ayudante hace años pero la cosa no funcionó.

- Lo sé. Robin. Pero ese era un pelotudo. Nada que ver conmigo. Yo soy una máquina. El azote del mal.  El compañero perfecto. ¡Yo soy su hombre!

Le dijo que se fuese, y que no volviese. No sin antes advertirle que si desvelaba su secreto le rompería las pelotas. Una y mil veces. ¿Entiendes?

- ¿Es por el cinturón? 

- A la puta calle, coño.

Tras esa mala experiencia inicial decidió que lo mejor era construir un robot que fuese capaz de realizar, si no todas, al menos sí las tareas más comunes para un mayordomo.  Y, aunque la robótica no era su fuerte, lo cierto es que en sólo quince días construyo un robot humanoide bastante aceptable. 

¡Chúpate esa, Tony Stark!

Lo llamó RoBat.

continuará...



0 mensajes en la botella: