jueves, 4 de noviembre de 2010

Bromas aparte

“El ordenador es, hasta ahora, 
el mayor invento de la vagancia humana”

eslogan de la I.B.M.

El zumbido del teléfono sobresaltó al viejo perro tumbado sobre la alfombra y arrancó a López de su apasionante sueño de cultivador de perejil en una isla desierta.  El reloj sobre la mesilla marcaba las dos y media de la mañana; su reloj de pulsera marcaba las tres menos veinte; eran las cuatro y diez de la madrugada. La luz de su lamparilla de noche estaba encendida.

-  ¿Quién cojones llama a estas...

- López, encienda ahora mismo su ordenador y conecte con el Ministerio de Turismo, tengo un trabajo para usted.

     López cerró los ojos.

- No puedo jefe, nos hemos quedado sin luz en el barrio - un sonoro bostezo salió de su boca y atravesó la línea telefónica hasta el otro lado de la ciudad.

- Si no se levanta ahora mismo y enciende su ordenador voy a mandar a un par de hombres a buscarle. ¿Se acuerda de Paco, el de Tobarra? - gritó el jefe de López por la línea telefónica.

     López abrió sus ojos y se incorporó con un rápido movimiento sobre la cama. Un libro abierto cayó al suelo, junto al viejo perro.

- Ya está encendido, jefe - López se levantó de un salto - ¿No oye como chirría? - y con paso rápido se dirigió hacia el ordenador, al otro lado de la habitación.

  El ordenador emitió un agudo pitido al ser encendido.

- ¿Le importa que me caliente un café mientras el ordenador arranca, jefe? - dijo López.

  El viejo perro siguió los pasos de López hasta la cocina. Montones de platos se apilaban sucios en el fregadero. Sobre la mesa, una caja de empanadillas congeladas, casi al completo, se echaba a perder tras varios días al calor del verano. Un cenicero repleto de colillas descansaba junto al microondas. López lo apartó y metió una taza con café dentro del microondas.  El viejo perro se tumbó en el sucio suelo de la cocina y cerró los ojos. Mientras soplaba en su café, López se dirigió arrastrando los pies hasta su habitación.

- ¿López?...

- Ya estoy conectando, jefe. No se impaciente - López dio un sorbo a su café caliente y conectó con el Ministerio de Turismo.

  El Ordenador Central del Estado comenzó a chequear  su terminal a la caza de cualquier  acto de terrorismo informático contra el gobierno. López apuró su café, se encendió un cigarro, y esperó a que los programas policía terminasen de cachear los rincones más secretos de su terminal. Seguidamente abrió la ventana de su cuarto.

  Fuera la noche era cálida. Un perro ladraba afónicamente los movimientos de un gato callejero que, veloz, corrió entre los coches y se perdió por una tapia. Madriz, el perro de López, desde la cocina abrió sus ojos y emitió un leve gruñido. Volviendo al cuarto de su amo, se durmió tras dejar caer pesadamente la cabeza sobre la alfombra.

  Un pitido seco en el terminal confirmó el acceso al ministerio. En la pantalla de su monitor apareció una foto de la mujer del presidente del gobierno con los pechos al aire. Sin duda algún genio de la informática, y del Photoshop, dicho sea de paso, había conseguido burlar las defensas del ordenador central.

- Estoy dentro jefe- dijo López. Una sonrisa se dibujaba en su cara.

- ¿Qué le parece? -  su jefe parecía nervioso.

- No están mal... un poco grandes para mi gusto - respondió López mientras encendía su radio y sintonizaba Radio Rock. Los Beatles sonaron por los altavoces colgados del techo.

- No sea estúpido, esto es muy serio. El turismo es una de nuestras mayores fuentes de ingresos. Todos los días miles de agencias de viajes del mundo entero conectan con nuestro servidor para informarse de lo que podemos ofrecerles. ¿Se imagina a todo un autocar de japoneses preguntando dónde pueden fotografiar las tetas de la mujer del presidente? - hizo una pausa, como si el mismo estuviese intentando imaginárselo.- Tenemos un problema... y usted es el único que puede resolverlo.

- No ingresé en la policía informática para trabajar a las cuatro de la mañana, jefe. Ese es el trabajo de las fuerzas de seguridad. Lo mío es seguridad sin fuerza, ni nocturnidad, y a ser posible con algo de picar a mano. Además, mañana tengo que estar a las nueve, allí, en mi oficina, a diez metros de la suya, ¿recuerda?

- Puede tomarse el día libre si quiere.

- No sabría que hacer, no tengo un duro.

- Le aumentaré el sueldo- su voz empezaba a tomar un tono agónico.

- ¿Y me presentará a la mujer del presidente?

- Basta ya de cachondeo - un golpe sonó en el auricular.- El hijoputa que ha hecho esto todavía sigue conectado. Hemos conseguido cerrar el acceso al exterior, pero no hemos podido evitar que desde cualquier punto de nuestro país se pueda acceder al servicio. Tiene en su poder al sistema informático de Telefónica. Ese bastardo está intentando desbloquear las defensas que hemos puesto para evitar la conexión desde el extranjero. El presidente todavía no sabe nada, esperemos que no haya conectado. Si antes de las ocho de la mañana no ha quitado esa imagen del programa del ministerio váyase buscando otro trabajo, otra ciudad, y otro país.

Un pitido continuado quedó en el teléfono.

[continuará]


8 mensajes en la botella:

Ester dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Irreverens dijo...

¡Uuuuuuh, qué chungooo! ¡jajajaja!

A ver cómo se las ingenia este súper López...
:)

Esto promete, Náufrago.

Anónimo dijo...

Acojonoide. Desde luego la historia comienza muy bien, muy de coña.
Aguardamos impacientes la segunda entrega. Y la tercera...

Wen dijo...

No sé por qué ya veo a López en un lúgubre calabozo :D

Natalia dijo...

Me ha gustado el descontrol de la hora en los relojes. Ilustra muy bien la personalidad de López.
Bsos
B.

Anhónima dijo...

López forever!
¡Felicidades!

kar dijo...

me encanta el nombre del chucho!!

Carlos Añejo dijo...

Puede prometer y promete, Irre.

No olvide visitar nuestro bar entre entrega y entrega, Paseante.

¿Junto al Conde de Montecristo, Wen?

Mucho me temo que esa parte es autobiográfica, Blanca. Besos.

Gracias, Anhónima. Sin menoscabo de los demás lectores, es usted la única que me ha felicitado en el día de mi onomástica...

No es un chucho, Kar. Es un perro de raza... de raza canina, quiero decir.