lunes, 3 de mayo de 2010

Días de vino y rosas


Con los corchos de las botellas que la marea llevó a la playa se hizo una balsa con la que abandonar aquella solitaria isla. En medio de la inmensidad del océano, el náufrago echó de menos aquellos días de vino y rosas.

6 mensajes en la botella:

Anhónima dijo...

¡Hola!

¡Qué bonito!
¡Qué romántico!
¡Qué …hip!

¡Un cuento así, no se cuelga un lunes; se cuelga un sábado por la noche!


¡Salud!

Wen dijo...

No me extraña.....

Carlos Añejo dijo...

El sábado no es día de blog, Anhónima. Y menos el sábado noche.

Y menos este sábado noche.

Yo creo que al final todo termina extrañando, Wen... o estreñido.. o...

No sé...

Trasto dijo...

Con los corchos de las botellas que la marea llevó a la playa, Dominga se hizo un collar, una pulsera tobillera y unos pendientes para enamorar al Náufrago... y al Náufrago ni siquiera se le pasó por la cabeza abandonar aquella isla.

Besos

PD: Es que esto de la primavera... me altera, me altera.

Carlos Añejo dijo...

Trasto... cuando lo lea Dominga me va a decir que quite el mío y ponga el tuyo... así, como se pone ella, con un brazo en jarras, y un coco de esos duros en la otra mano.

Y con el pie haciendo tap tap tap tap...

Irreverens dijo...

Tienes una forma de ser romántico que me encanta.
:)

(Espero que Dominga no ande ahora con ningún coco a mano...)
:P