lunes, 3 de septiembre de 2007

Relojero a tus puñetas

Las mesas de los relojeros tienen, además de multitud de piezas colocadas sobre ellas en un orden caótico que supongo sólo serán capaces de entender los relojeros, una característica muy especial y yo diría que única en el apasionante universo de las mesas. Fijaros bien la próxima vez que vayáis a cambiar la pila de vuestro reloj de pulsera y veréis como las mesas de los relojeros tienen apoyabrazos. Como las sillas, los sofás, los tronos, y los amigos de los borrachos, aunque en este último caso la lingüística ha preferido cambiarle el nombre por el de hombros.

Pero los apoyabrazos de las mesas de los relojeros no son unos apoyabrazos cualesquiera. Están preparados para que el relojero, cuando esté sentado frente a la mesa, mantengan sus brazos de manera que sus manos queden una frente a otra y a una leve distancia de la cara del relojero, en una clara posición ventajosa para la manipulación de cualquier artefacto de pequeño tamaño como es, por ejemplo, un reloj o cualquiera de las piezas que lo componen.

Nótese, por otro lado, que la postura que una mesa de relojero te hace adoptar es también perfecta para otro tipo de actividades como son la de pensar, esperar, o hacer puñetas, es decir, entrelazar los dedos de las manos y darle vueltas a los pulgares uno alrededor del otro. Ruego no confundir con otras acepciones del término puñetas.

Hacer puñetas con los pulgares es un noble arte que se está perdiendo desde la llegada de las nuevas tecnologías. Ahora, por ejemplo, cuando la gente tiene que esperar, por lo que sea, en lugar de hacer puñetas como se ha hecho toda la vida coge su móvil y manda un sms a ese amigo que hace meses que no ve, del que hacía meses que no se acordaba, y del que probablemente no se acordará hasta que tenga que volver a esperar por algo o por alguien. El texto es un estándar pactado secretamente por las operadoras telefónicas e inducido subliminalmente a los usuarios por medio de las facturas telefónicas, esas hojas que nos llegan al buzón metidas en unos sobre y que llevan una interminables lista de lo que parecen ser números telefónicos, pero que debe ser algún tipo de código de programación secreta que se nos mete en el cerebro y que nos lo programa para mandar el texto en cuestión. A saber: “Hola. ¿Qué tal todo?.”. También hay un texto estándar inducido secretamente como respuesta cuando recibimos el sms anterior: “Bien, ¿y tú?.

Como todo código de programación que se precie tiene errores que pueden provocar en el usuario respuestas tan anómalas como ponerse a escuchar con el volumen al máximo todos y cada uno de los tonos de llamada que trae de fábrica el teléfono, o escribir la primera parte de El Quijote con la opción de “sonido en pulsación de tecla” activado. Estos errores se dan siempre en lugares públicos, como pueden ser el metro, el autobús, el bar de la esquina, o la sala de espera del hospital, ese lugar donde por favor, se ruega silencio.

Yo creo que si en lugar de llenar el mundo de móviles lo hubiesen llenado de mesas de relojeros seriamos todos más felices.

Pero es una opinión personal, así que podéis mandarme a hacer puñetas si no estáis de acuerdo.





16 mensajes en la botella:

Evinchi dijo...

Pues a mí que me da, que algunos cuando no tienen que puñetas hacer se montan un blog.....

;)))))

Carlos Añejo dijo...

Sí, y luego hay otros y otras que cuando no tienen puñetas que hacer, comentan en el blog de un puñetero.

Al final todo queda entre puñeteros.

;-)

Bruja Averia dijo...

pues en parte estoy deacuerdo, los moviles inundan nuestro mundo, y cuando te toca alguno en el autobus de esos que se ponen los politonos mientras tu intentas leer, y te miran como diciendo, has visto que supermovil tengo? creo que yo tambien prefiero las mesas de relojero, aunque eso si reconozco que en las esperas tiendo a hacer alguna llamadita a amigos, supongo que no se puede escapar del todo a la influencia de la tecnología!!!

Kim dijo...

Mi abuela hacía mucho eso de las puñetas. Y yo quería mucho a mi abuela claro, así que gracias por recordármela.

Sobre mesas de relojeros no sé nada, pero es interesante el estudio.

Evinchi dijo...

¿Ha oido hablar de las puñetas fritas?, ¿le mando provisiones a su isla???

;))

Anónimo dijo...

¿Hacer puñetas es eso de bailar con los dedos gordos?
¡¡¡ No me digas !!!

Y yo toda mi puñetera vida pensando que hacer puñetas era lo que hacen los niños con los puñitos en los ojos cuando están a punto de echarse a llorar...

Te lo digo totalmente en serio.

Besos haciendo puñetas con los dedos gordos de los pieses.

PD: Así que el docemelodíasinsumergible es un docemelodiasinsumergibleapilas...
Vaya vaya...

wen- dijo...

ehmmm.....
Yo tengo tantas cosas en la cabeza que no me dejan ni un segundo libre para hacer puñetas o mandar sms sin sentido. Y ahora con lo de la tabla periódica...imposible ,vamos.
Pero igual me compro una mesa de esas, que por cómo me la imagino creo que tb debe servir guay para descansar la cabeza, que parece que no, pero pesa un huevo...al final del día ya la llevo arrastrando.
Se nota, no? XD

Evinchi dijo...

Pasese por mi chat anda, que le voy a dar pan con puñetas en el lomo.

;)

Anónimo dijo...

Nunca te acostarás, sin saber una cosa más, jajajaja. ¡¡Así que eso es hacer puñetas!!. No puedo creerme que una de mis aficiones favoritas tenga un nombre que llevo oyendo toda mi vida. Y pensar que no los he relacionado nunca. ¡Lo que son las cosas!

Belén dijo...

Pues yo cuando oigo a los de los moviles de los politonos.... se me ocurre sentarlos en una silla... pero no precisamente de relojero no...

Besos!

Anónimo dijo...

Pues nada, al próximo que me dé el turre con su móvil en el metro le sugeriré amablemente si no ha pensado en la posibilidad de hacer puñetas...
A mí siempre me ha encantado hacer puñetas. En realidad las hago sin pensar. Hay dos tipos de movimientos que repito inconscientemente. Uno es ese, y otro es mover los dedos ínice y anular como si fuesen una tijera, pero a toda velocidad. Curiosamente, mi hijo ha heredado este último. Será puñetero...

Mariano Zurdo dijo...

Yo es que he perfeccionado mi manera de esperar y ahora hago puñetas mientras que mando un sms, o mando sms haciendo puñetas, que me da lo mismo.
Tendré que comprarme una mesa de relojero, que la tabla de abdominales ya la utilizo como tabla de planchar...

Anónimo dijo...

santo dios¡¡ me siento perdida. Perdone usted mi ignorancia, buen hombre, pero no he visto en mi puñetera vida una silla de relojero. Anonadada me he. Besos

Anónimo dijo...

Yo tampoco sabía que las puñetas eran eso... Y mira que me han mandado veces ahi, pero...

Espero que esté usted mejor de los hongos, señor don Añejo! (disculpe por la indiscreción!)

Carlos Añejo dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Eduardo dijo...

Así que era eso. Hmm...