lunes, 4 de febrero de 2008

El soldadito pintado con plomo


En estos momentos hay un soldado de Naboo apuntándome con su arma. No es una metáfora, ni una paja mental de las mías. Realmente está ahí, en posición de combate, dispuesto a volarme la cabeza de un disparo.

Lleva un uniforme amarillo mostaza, de corte clásico. Con un peto rojo quetchup rancio que le cubre tanto el pecho, como la espalda, los hombros, y las partes nobles, también llamadas impúdicas. Supongo que dará igual de que planeta seas, en todas partes las patadas en las partes nobles duelen. Y hay que protegerlas, por muy impúdicas que sean.

Las botas son altas, de cuero, al igual que la especie de protección que cubre los antebrazos.

Lleva unos guantes a juego con el peto. Yo le he dicho que gato con guantes no caza ratones, y que soldado con guantes y con el dedo en el gatillo se le escapa un tiro fijo. Así que apunta para otro lado, tío. Pero ni puto caso.

Remata el uniforme una gorra de plato, aunque no sé si es de primer o segundo plato.

El uniforme es feo de cojones, pero a las chicas de Naboo les vuelve locas. La erótica de los uniformes no sabe de gustos.




Apenas mide cinco centímetros, incluida la base circular sobre la que se apoya, y debe estar acojonado porque no ha bajado el arma desde que lo encontré, tirado en un cruce en la calle O'Donell.

Es muy posible que viva en las Torres Blancas, que es un claro ejemplo de arquitectura naboo en Madrid. Me pregunto cuándo nos visitaron, y por qué no decidieron hacer mejor un palacete como el de la reina Amidala.





Las Torres Blancas en Madrid




Le he dicho que no debe preocuparse, que baje el arma, que no soy un ser belicoso, y que, aunque lo fuese, hoy estoy tan cansado que no entraría en combate contra él.

Y no le miento. Estoy tan cansado, física y mentálmente, que ya hablo hasta con los muñecos de plástico.

Si al menos fuese de plomo...

El Soldadito de Plomo, de Hans Christian Andersen, ha sido siempre mi cuento preferido.

Qué magnífica historia. Qué maravilloso final. Qué gran tragedia.

Todavía, cuando pienso en él, se me caen unos lagrimones como puños.

Hubo un tiempo en el que pensaba que alguien tendría que reescribir el cuento. Un nuevo soldadito de plomo que terminase convirtiéndose en general, y que tuviese a Tamara Rojo a sus pies. A los dos, que en esta nueva versión al soldadito de plomo le crecía una pierna nueva por obra y gracia de un mago que estaba al servicio de un rey que le daba a la ginebra. Tamaríz el Encantador se llamaría el mago. Y el soldadito de plomo y la bailarina internacionalmente reconocida se casarían, vivirían felices los seis (el soldadito, la bailarina, y las cuatro piernas), y comerían 2x1 de pizza barbacoa.

Pero ahora no, ahora pienso que el mundo necesita al soldadito de plomo. Tal vez, como decía el Lichis, el mundo ya no necesite una canción de amor, pero si al pobre soldadito de plomo cojo.

Creo que voy a cortarle una pierna a mi soldadito de plástico de Naboo. En cuanto baje el arma.

Llamadme sádico si queréis.

10 mensajes en la botella:

Anónimo dijo...

Potajito de ideas. A ver...

Al soldado de Naboo (¡qué bonito barrio!) también le gustaría entablar conversación con la gente, sobre cualquier cosa, sobre lo que cuesta un café o sobre el cambio climático. Pero no puede. Porque le crearon así, apuntando con su arma. Negándole cualquier oportunidad de hacer amigos... que triste. Toda su puta vida apuntando al enemigo.

Las Torres Blancas le gustarían a un vecino mío, muy viejito y muy sabio y que ya no está. Siempre decía que una casa cuadrada es como una mujer sin tetas. Habitable, pero... ¡No era nadie mi vecino!
¡Anda que no le iban a gustar esas torres, madre mía!

El soldadito de plomo de Andersen era un poco cegato ¿no? Por eso se enamoró de una bailarina vanidosa que cómo iba de chula se sostenía sobre una pierna... y el creyendo que también era cojita como él... y que le querría... pobre... y no se fijó en la manquita, que le miraba desde lejos con ojitos dormilones.

Besos

PD: No eres sádico ¡¡¡ Eres un cuentista !!!

Irreverens dijo...

¿Tú estás cansado mentalmente?
Jope, Náufrago, pues qué no escribirás cuando estás eufórico...

Por cierto, yo ni me acuerdo de qué iba ese cuento.
Ah, y yo no permitiría que un muñecajo de plástico se pasara el día apuntándome con un arma.

wen- dijo...

Quedaré como una inculta pero no conocía el cuento del soldadito...
Y en cuanto al soldado.. puestos a amputar, yo le amputaría el arma sin duda y le pegaría un chicle o un caramelo en su defecto. Ya verás como le cambia el caracter.
Por cierto, dolida me hallo por el comentario del anterior post sobre las mujeres.... qué tristeza las generalizaciones , sobre todo teniendo en cuenta el tema, en fin, como dicen por ahí las opiniones son como los culos, todos tenemos una.En mi caso vale casi por dos. (El culo, no la opinión, claro)

Kim dijo...

Interesante lo del nabo del soldadito.

Es que yo también estoy cansado y no me lo he leído entero.

Saludos, querido naúfrago.

Kim dijo...

Por cierto, qué frikada lo de la wikipedia esa de Star Wars, no?

A mí es que las 3 últimas (primeras) partes, no me gustaron demasiado. Son infinitamente inferiores a las 3 primeras (últimas).

Anónimo dijo...

Y todavía te preguntas por qué te apunta con el arma???? ¡Coño, si a mi un tipo que me millonmplica ( es que sólo sé decir hasta triplica)la estatura me quisiera cortar una pierna yo tampoco dejaría de apuntarle con el arma, qué quieres que te diga...

estilografic.blog dijo...

¡Sádico!

Mújol dijo...

Es la falta de amor la que llena los bares...

Anónimo dijo...

JO¡ Hacía mucho tiempo que no veía esas Torres. Siempre me han puesto nerviosa esos edificios. Con ese color de hormigón, igualito que la facultad de periodismo que parecía una cárcel.
Pues yo no le cortaría la pierna, porque luego no sabrías que hacer con ella. Dime, donde coño se coloca una pierna de plomo colgada? Lo ves, no tendrías ni idea de donde colocarla.
Y ese cuento es muy triste. Como la vida misma. Besos

Carlos Añejo dijo...

Trasto, donde esté una bailarina manquita, que se quiten todas las Tamaras Rojos del mundo.

Y no defiendas al soldado de Naboo, que tiene un buen sueldo, y la comida y la vestida le sale gratis.

Irre, y que quieres que haga. Me empatizo con él y le dejo apuntarme. Ahora, que ya si disparase más que empatía habría antipatía.

Pues es un clásico, wen. Pero no seré yo el que te llame inculta. Ni a ti ni a nadie. Ni el que diga qué triste no conocer el cuento.

Clandes, yo también me he quedado flipado al descubrir la wikipedia esa.

Vitru, pero si yo ladro mucho y muerdo poco... lo que pasa es que el tío va de Harry el sucio por la vida.

¡Gracias!, Estilografic.

Mujol, te iba a decir que "son tus labios para mí, un plato de calamares" pero he decidido que no, que mariconadas las justas.

Mujol, la colocaría en la cripta de la catedral de la Almudena, junto a las piernas de cera que cuelgan allí.

Gracias a todos por vuestra visita y por vuestros comentarios.